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Gestión propia

No puede realizar múltiples tareas, así que deje de intentarlo

por Paul Atchley

El fin de año es una época muy ajetreada para casi todo el mundo. Como utilizamos nuestros teléfonos inteligentes para confirmar los pedidos de regalos en línea, también estamos intentando terminar las tareas que deberíamos haber terminado en noviembre. Nos sentimos abrumados pero también productivos, satisfechos con nuestra habilidad para hacer malabares con tantas cosas. Sin embargo, en realidad, ese tipo de comportamiento nos hace menos eficaces en nuestro trabajo y en nuestras vidas.

Basándonos en más de medio siglo de ciencia cognitiva y en estudios más recientes sobre la multitarea, sabemos que las personas que hacen menos y pierden información. Se tarda una media de 15 minutos en reorientarse hacia una tarea principal después de una distracción, como un correo electrónico. La eficiencia puede caer hasta un 40%. La memoria a largo plazo se ve afectada y la creatividad (una habilidad asociada a tener en cuenta asociaciones múltiples y menos comunes) se reduce.

Tenemos un cerebro con miles de millones de neuronas y muchos billones de conexiones, pero parece que somos incapaces de hacer varias cosas al mismo tiempo. Lamentablemente, la multitarea no existe, al menos no tal como la pensamos. En vez de eso, cambiamos de tarea. Nuestro cerebro elige la información que procesa. Por ejemplo, si escucha el habla, su corteza visual se vuelve menos activa, de modo que cuando habla por teléfono con un cliente y trabaja en el ordenador al mismo tiempo, literalmente escucha menos de lo que dice el cliente.

¿Por qué lo intentamos?

Nuestro cerebro está programado para responder con fuerza a los mensajes sociales, ya sean verbales o no verbales. Para nosotros es importante conocer y mejorar nuestro estado, dar a conocer nuestro grupo y, como resultado, la información que nos ayuda a hacerlo suele procesarse automáticamente, sin importar en qué más nos centremos.

Las distracciones remotas, las que se ven favorecidas por la tecnología, a menudo ignoran las exigencias actuales que se nos imponen. Las personas que lo llaman al trabajo, le envían correos electrónicos o envían mensajes de texto no pueden ver lo ocupado que está con su tarea actual. Tampoco los feeds de Twitter ni las alertas por correo electrónico. Como resultado, cada comunicación es importante y lo interrumpe.

Además, nos gustaría tener acceso a más información porque nos hace sentir cómodos. La gente tiende a buscar información que confirme lo que ya cree. Múltiples fuentes de confirmación aumentan nuestra confianza en nuestras elecciones. Paradójicamente, más información también provoca molestias, ya que parte de ella puede resultar contradictoria. Como resultado, buscamos más información confirmatoria.

¿Qué podemos hacer al respecto?

Las exigencias tecnológicas llegaron para quedarse. ¿Qué puede hacer para evitar la sobrecarga?

En primer lugar, haga un esfuerzo por hacer las tareas de una en una. Quédese con un objeto hasta completarlo si puede. Si la atención empieza a disminuir (normalmente después de unos 18 minutos), puede cambiar a una nueva tarea, pero tómese un momento para dejar una nota sobre dónde estaba con la primera. Entonces preste toda su atención a la nueva tarea, de nuevo durante todo el tiempo que pueda.

En segundo lugar, sepa cuándo cerrar la puerta. En los «viejos tiempos», la gente lo hacía cuando tenía que esforzarse en algo. Hacer lo mismo con el equivalente electrónico es quizás aún más importante si quiere ser productivo y creativo. Reserve tiempo para que la gente sepa que se va a concentrar.

En tercer lugar, reconozca que no toda la información es útil. Tenga en cuenta qué comunicaciones son dignas de interrumpirlo y qué nuevos datos debe buscar. Al hacer una búsqueda en Google, pregunte si solo está accediendo a los enlaces que confirman lo que ya cree o a los que cuestionan esas creencias. Del mismo modo, sepa la diferencia entre las redes sociales, que probablemente confirmen sus elecciones y, por lo tanto, lo hagan sentir bien, y las redes de conocimiento, que podrían desafiarlas y, por lo tanto, ayudarlo a tomar una mejor decisión.

El Dr. Paul Atchley es profesor asociado de Psicología Cognitiva en la Universidad de Kansas.