El trabajo y las vacaciones deben ir de la mano
por Ron Ashkenas
Durante el verano tuve una conferencia telefónica temprano por la mañana con otro consultor y uno de sus clientes. Cuando terminábamos, pregunté a las otras dos personas desde dónde llamaban. Una dijo tímidamente que estaba de vacaciones en la costa de Jersey con su familia y que había salido temprano para hacer la llamada. La segunda persona admitió que estaba de vacaciones en Martha’s Vineyard y que había hecho lo mismo. Entonces confesé que llamaba desde el oeste de Massachusetts, donde mi familia había alquilado una cabaña junto al lago. Tras un momento de silencio, uno de nosotros dijo: «¡Vaya! ¡Somos estúpidos!» Todos nos reímos al terminar la llamada y, presumiblemente, volvimos a nuestras vacaciones (y a nuestros correos electrónicos).
Lo interesante de esta historia no es que estuviéramos trabajando durante las vacaciones, sino que ninguno de nosotros cuestionó el momento de la visita de trabajo en primer lugar. Presumiblemente todos sabíamos que la llamada se realizaría durante nuestras vacaciones, pero nadie sugirió una fecha alternativa.
La realidad para muchos de nosotros hoy en día es que nuestro la vida profesional se desangra en nuestra vida personal. Los límites son cada vez más permeables y móviles. Revisamos nuestros correos electrónicos por las tardes y los fines de semana. Retrasamos o nos perdemos los eventos familiares porque no podemos salir de la oficina. Y cuando lo hacemos, nos llevamos nuestros dispositivos de comunicación para estar conectados al trabajo.
En publicaciones anteriores He animado a los profesionales a gestionar el equilibrio entre la vida laboral y personal de forma más proactiva, reflexionando sobre sus prioridades y abordar conscientemente la forma en que el trabajo se entromete en su vida personal. Pero teniendo en cuenta que muchos de nosotros mezclamos el tiempo de trabajo con el tiempo personal, quizás este consejo sea demasiado simplista, incluso poco realista. Tal vez tengamos que aceptar el hecho de que la marcada demarcación entre el trabajo y el hogar es cosa del pasado y que la nueva normalidad es una vida que integra el hogar y el trabajo de manera más fluida.
Centrándose en**«integración» entre la vida laboral y personal** en lugar de «equilibrar» la vida laboral y personal tiene al menos un par de implicaciones: la primera (y la que más me gusta) es que podemos dejar de sentirnos culpables por programar llamadas durante nuestras vacaciones o revisar nuestro correo electrónico por la noche y, de la misma manera, no sentirnos culpables por hablar con nuestros cónyuges, amigos y familiares durante el trabajo.
La segunda implicación es que ya no dividimos nuestro tiempo de manera tan rígida entre «horas de trabajo» y «horas no laborales». En vez de eso, seamos flexibles en cuanto a cuándo y cómo logramos nuestros objetivos laborales y personales. Obviamente, parte de esto tiene que negociarse con otros, tanto en el trabajo (¿quién está de guardia para los clientes?) y casa (¿quién puede usar el coche?). Pero el objetivo es hacer de esto una parte natural de la forma en que organizamos nuestras vidas, en lugar de un beneficio especial o una situación excepcional.
La mayoría de las organizaciones, por supuesto, no están preparadas para dar cabida a los empleados que quieren combinar su vida personal y laboral y, de hecho, lo desalientan activamente mediante normas laborales, horarios inflexibles y otras prácticas. Sin embargo, varios proyectos piloto han demostrado que cuando los equipos de trabajadores interdependientes (por ejemplo, representantes del servicio de atención al cliente) tienen la posibilidad de crear sus propios planes sobre cómo y cuándo hacer su trabajo, la productividad mejora considerablemente.
Así que quizás sea hora de repensar no solo la forma en que organizamos el trabajo, sino también la forma en que organizamos nuestras vidas. En lugar de dar marcha atrás o sentir resentimiento cuando los problemas laborales nos interrumpen, aceptemos que las interrupciones son parte de la vida; ya sean causadas por niños, amigos, dramas familiares, tuberías rotas o llamadas telefónicas durante nuestras vacaciones.
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¿Qué opina de la creciente integración del hogar y el trabajo?_
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