What to Do When You’re New
Aprende a prosperar cuando eres nuevo.
Te ha pasado alguna vez: acudes a algún evento -un encuentro comunitario, una fiesta, una conferencia, lo que sea- y te encuentras desamparado. No conoces a ninguno de los demás asistentes; tu corazón empieza a latir con fuerza, se te ponen las manos húmedas y te retiras a un rincón poco visible, fingiendo estar ocupado con tu teléfono.
Cómo hacer que te sientas incómodo en una reunión.
¿Cómo romper el hielo? ¿Cómo iniciar una conversación? O quizá estés desconcertado contigo mismo: ¿Por qué actúo con tanta torpeza?, te preguntarás, ¡ni siquiera soy tímido!
Pues bien, hay respuestas perfectamente razonables a esas preguntas, y este resumen las expone. Aprenderás por qué la gente suele sentirse incómoda en situaciones nuevas y, lo que quizá sea más importante, qué puedes hacer tú para sentirte más a gusto.
Tú también puedes sentirte incómodo en situaciones nuevas.
También descubrirás
- que la ansiedad forma parte de la evolución;
- por qué tener un guión para las situaciones nuevas no es lo mejor; y
- cómo presentarte adecuadamente.
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Nuestra evolución biológica y cultural nos predispone a estar alerta y ansiosos en situaciones nuevas.
Todos tenemos que ser el novato en algún momento: cambiamos de trabajo, de residencia, nos apuntamos a clases nuevas, etcétera. Pero por muy a menudo que seamos la persona nueva en la habitación, la mayoría de nosotros nos sentimos ansiosos por ello.
Y eso es cierto.
Y por una buena razón.
A lo largo de nuestra evolución biológica y cultural, hemos llegado a temer lo desconocido de forma natural. En la prehistoria, no conocíamos a mucha gente nueva. Según el biólogo evolucionista Robin Dunbar, lo normal entonces era relacionarse sólo con unas 150 personas y no encontrarse con más de 300 ó 400 a lo largo de la vida.
Si por casualidad nos encontrábamos con extraños o entrábamos en territorio desconocido, tenía más sentido mostrarse ansioso y agresivo, ya que no estaba claro si a uno le robarían o incluso le matarían. No existía incentivo evolutivo alguno para mantener la calma en situaciones nuevas.
Según los expertos en desarrollo infantil, hemos conservado este miedo a los extraños; los bebés, por ejemplo, empiezan a mostrar ansiedad ante personas desconocidas a los seis meses de edad. Este sentimiento se ve reforzado por padres y profesores, que advierten constantemente a sus hijos de que no hablen con extraños.
Miedo a los extraños.
Pero al mismo tiempo tenemos miedo a ser excluidos de los grupos. Para las especies más sociales, como los humanos, existen poderosos incentivos para formar parte de un grupo, ya que la exclusión puede ser peligrosa. Por ejemplo, cuando los monos macho son expulsados de su grupo de nacimiento y salen al mundo, la mitad de ellos serán asesinados o morirán de inanición antes de que puedan encontrar un nuevo grupo.
Miedo a la exclusión.
Hoy en día, pertenecer a un grupo no es crucial para la supervivencia, pero aún así tendemos a anhelar la inclusión. La cultura moderna alimenta esto al afirmar que sólo los perdedores son incapaces de encontrar una comunidad.
Por lo tanto, la inclusión es una necesidad.
Así que nos sentimos ansiosos en situaciones nuevas y, sin embargo, queremos encajar. ¿Cómo resolver esta paradoja?
Sentirse cómodo en situaciones nuevas requiere un cambio de mentalidad.
Piensa en las situaciones nuevas en las que has estado recientemente. ¿Te sentiste cómodo? Si, por el contrario, te sentiste estresado y ansioso -como muchos de nosotros-, quizá te preguntes por qué. ¿Por qué no hemos aprendido a relajarnos?
La culpa es de la falta de reflexión consciente. Sin ella, no mejoramos con el tiempo. Cuando las personas alcanzan un determinado nivel de rendimiento, empiezan a prestar menos atención a cómo lo hacen. Tomemos la conducción, por ejemplo. Una vez que hemos aprendido las destrezas básicas, dejamos de prestar atención consciente.
La reflexión consciente.
De forma similar, la mayoría de la gente ha desarrollado un cierto "guión" para enfrentarse a situaciones nuevas, y lo sigue ciegamente. Por ejemplo, cuando conoces a alguien nuevo en la oficina, puedes limitarte a decir tu nombre, tu cargo, cuánto tiempo llevas en la empresa y, a continuación, preguntar por el cargo de tu interlocutor.
Aunque la mayoría de las personas han desarrollado un cierto "guión" para enfrentarse a situaciones nuevas, lo siguen ciegamente.
Aunque estos guiones pueden evitar que nos agobiemos, también pueden hacer que nos sintamos ansiosos, ya que nos impiden pensar realmente en cómo manejar las nuevas situaciones.
Por lo tanto, es importante que te pongas en contacto con alguien nuevo.
Por tanto, si quieres mejorar siendo nuevo, debes adoptar una mentalidad diferente. Puedes probar, por ejemplo, varias formas de ver las situaciones nuevas como oportunidades para aprender. He aquí tres enfoques que podrías probar:
La primera es la mentalidad del entrenador, en la que consideras una situación nueva como un entrenamiento para que puedas mejorar con la práctica y la retroalimentación.
Puedes probar, por ejemplo, varias formas de ver las situaciones nuevas como oportunidades para aprender.
También podrías adoptar una mentalidad de gamer y pensar en las situaciones nuevas como en un videojuego social, en el que intentas ganar mejorando cada vez que te encuentras en una situación desconocida. Nuestro enfoque de la vida es a menudo demasiado serio, así que ¿por qué no convertirlo en un reto divertido de vez en cuando?
Por último, puedes probar la mentalidad del principiante y adentrarte en cada situación nueva anticipando la emoción de aprender algo nuevo. Esto también te permite aceptar los errores como propios de un principiante, en lugar de como signos de fracaso personal.
Como recién llegado, la primera habilidad que debes dominar es presentarte correctamente y con éxito.
"Lo bueno de ser nuevo es que tienes el derecho implícito, el permiso y la justificación para presentarte a casi todo el mundo"
La comunicación eficaz y con éxito comienza con una presentación adecuada. En situaciones nuevas, la gente suele ser reacia a presentarse, prefiriendo esperar a que los demás den el primer paso. Quizá tengas miedo de molestar a los demás. Pero deberías dejarlo estar. Piénsalo: ¿te has enfadado alguna vez con alguien por molestarte para presentarse? No!
Aún así, a la gente le preocupa que una presentación débil cree una mala primera impresión. Es un temor comprensible; sin embargo, causar una mala primera impresión es mucho mejor que no presentarse en absoluto.
Una de las mejores formas de presentarse a alguien es con una presentación débil.
Una forma de superar estas preocupaciones es crear una estrategia de presentación. Funciona así:
En el momento adecuado, saluda. Da tu nombre, di quién eres y por qué te presentas. A menudo es conveniente preguntar si es un buen momento para presentarte, así te aseguras de que no estás interrumpiendo algo importante. Entonces podrías decir, por ejemplo, que eres el nuevo ayudante de marketing y que os sentáis en la sala de enfrente, por lo que probablemente os cruzaréis a menudo.
Recuerda ser breve, respetuoso y reconocer la posible relación diciendo por qué deberíais conoceros.
Más adelante, podéis seguir vuestra presentación con una charla, que establecerá la base de vuestra relación.
El objetivo aquí es conoceros mutuamente, averiguar qué tenéis en común y cómo podéis conectaros en el futuro. Si te quedas atascado y no estás seguro de cómo llevar la conversación, haz preguntas sobre la otra persona. Esto es eficaz porque demuestra respeto e interés.
También es buena idea anotar lo que has aprendido sobre la otra persona. Puede que creas que recordarás todos los detalles, pero es demasiado fácil confundir los nombres, funciones o antecedentes de las personas. Si lo apuntas todo lo antes posible después de la conversación, estarás en mejores condiciones para evitar la incomodidad y la ansiedad en el futuro.
Practica recordar los nombres para mostrar respeto, halagar a los demás y causar una buena impresión.
Recordar los nombres es crucial para la interacción social. Entonces, ¿por qué nos cuesta tanto recordarlos?
¡Culpa a la evolución! Nuestro cerebro prehistórico no estaba diseñado para recordar nombres. En la prehistoria, nos relacionábamos con un número muy limitado de personas. Sólo hace relativamente poco tiempo que recordar muchos nombres se convirtió en una necesidad. Además, el nombre de una persona se almacena en una región del cerebro distinta del resto de la información que asociamos a esa persona. Por eso a algunas personas les resulta fácil recordar caras, ocupaciones o aficiones, pero no nombres.
Los nombres se almacenan en regiones del cerebro diferentes.
Además, un fenómeno psicológico llamado recuerdo dependiente del contexto también podría dificultar el recuerdo de nombres. El recuerdo dependiente del contexto se produce cuando tu recuerdo de algo o de alguien está ligado únicamente al contexto o entorno asociado. Por ejemplo, puedes recordar fácilmente el nombre de alguien en la oficina, pero si te encuentras con esa persona durante el fin de semana en un centro comercial, su nombre puede escapársete repentinamente.
Pero el recuerdo de un nombre no es tan fácil.
Pero que no cunda el pánico. Hay algunas estrategias útiles para recordar nombres que puedes utilizar para evitar estas situaciones embarazosas. He aquí algunas:
Imagina que la persona cuyo nombre intentas recordar está junto a un amigo tuyo que se llama igual. Supongamos que te presentan a un tipo llamado Pedro; si Pedro también es el nombre de uno de tus amigos, visualiza a tu amigo junto al nuevo Pedro.
Otro truco es imaginar el nombre de la nueva persona escrito en su cara.
Repetir el nuevo nombre durante la conversación también es un buen método. Puedes preguntar cómo se escribe o se pronuncia correctamente, o decir algo como: "Hola, Brian, encantado de conocerte". Y luego repite el nombre al final de la conversación para ayudar a tu cerebro a procesarlo.
Siéntete cómodo más rápido superando tu miedo a hacer preguntas.
Para convertirte en un novato rápidamente integrado, necesitarás obtener información, ayuda y consejos de los demás. El problema es que éste es precisamente el momento en que eres más reacio a hacer preguntas.
¿Por qué?
¿Por qué? Bueno, al hacer una pregunta, a menudo experimentamos un miedo irracional. Tendemos a sobrestimar la posibilidad de que nos rechacen cuando pedimos ayuda, preocupándonos de que los demás vayan a juzgarnos o a pensar que somos incompetentes.
Por qué?
Por suerte, hay algunas reglas sencillas que puedes seguir al hacer preguntas y que te pueden ayudar a mitigar estos miedos irracionales.
Los demás nos juzgan o nos consideran incompetentes.
La gente suele apreciar las preguntas si las planteas con una mentalidad de quiero aprender, en lugar de con una de resuelve mi problema. La primera actitud da la impresión de que quieres hacer algo por ti mismo, pero aún no sabes cómo; la segunda básicamente dice que quieres que otra persona haga tu trabajo por ti.
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Así que, en lugar de pedirle a alguien que, por ejemplo, introduzca datos en el sistema por tú, pídele que te enseñe cómo hacerlo.
Si quieres hacer algo por ti mismo, pero aún no sabes hacerlo, la segunda es que quieres que otro lo haga por ti.
También vale la pena ser conciso y evitar las preguntas de varias partes. No preguntes, de un tirón, cómo funciona un sistema, quién es responsable de él y qué ocurre cuando haces clic aquí en lugar de allí. Los paquetes de preguntas crean confusión y al final sólo se suele responder a una parte.
Por último, la mejor arma que tienes cuando haces preguntas es decir que eres nuevo. Si dices esto, la gente estará más dispuesta a ayudarte y será menos probable que considere tu pregunta (o a ti) estúpida. También es más probable que te perdonen cuando cometas errores.
No dejes que el miedo se interponga en tu camino; mantente positivo y céntrate en dar energía.
¿Te has sorprendido alguna vez pensando: "Realmente espero gustarle a esta persona", pero dudando de que realmente sea así? Pues no eres el único.
La mayoría de nosotros estamos preocupados por lo que los demás sienten por nosotros. Desgraciadamente, esto también hace que interpretemos mal las señales sociales.
Por miedo al rechazo, nos volvemos tan sensibles a todo lo que pueda indicarlo, que tendemos a interpretar todo comportamiento ambiguo o incluso neutro como una prueba de aversión.
Pongamos que es tu primera semana de trabajo y te preocupa no gustar a nadie. La segunda mañana, uno de tus nuevos compañeros se apresura a pasar junto a ti en el pasillo sin saludarte. Es fácil interpretarlo como que no le gustas o que no quiere hablar contigo. En realidad, lo más probable es que haya llegado tarde a una reunión.
Así que, cuando intentes iniciar una nueva relación, ponte siempre en el lugar de la otra persona. Si fueras un empleado con muchos años de antigüedad y se te acercara un novato, ¿estarías encantado de hablar con él? La mayoría de las personas lo harían, así que no hay motivo para preocuparse.
Por favor, no te preocupes.
Además de preocuparte menos por las señales sociales ambiguas, es importante ser positivo y centrarse en dar energía a los demás cuando se inicia una nueva relación.
Cuidado con las señales sociales ambiguas.
Asegúrate de que la gente se sienta energizada por tus interacciones. Las personas ganan energía cuando se sienten comprendidas, cuando sus ideas y opiniones son validadas y respetadas y cuando los demás muestran un interés genuino por ellas. Así que ¡escucha a la gente! Esto anima a la gente a hablar de sí misma, y comunica que la aprecias y la comprendes.
Por el contrario, intentar impresionar a los demás con tus propios logros tiende a restar energía. Esto no significa que no debas hablar de ti mismo, sino que debes mantener el equilibrio hablando también de tu interlocutor.
Cuidado con los demás.
Por último, es fundamental mantener una actitud positiva. Cuando hablas positivamente de los demás, la gente también atribuirá automáticamente esos sentimientos a tu personalidad.
Aprende a librarte de la ansiedad de actuar delante de desconocidos.
La sensación de desconocimiento puede engendrar toda una serie de problemas. Puede que seas reacio a contribuir o a compartir ideas creativas en el trabajo; puede que abandones tu nueva afición después de sólo dos clases. Esto es lo que ocurre cuando tenemos miedo de actuar delante de personas que no conocemos.
Pero, ¿cuál es la razón de esta reticencia?
En un estudio, la investigadora educativa Carol Dweck descubrió que, a una edad temprana, desarrollamos una cierta mentalidad denominada el talento es fijo. Inconscientemente, creemos que nacemos con ciertos talentos y, cuando algo no se nos da con facilidad, concluimos que se nos da mal. Para empeorar las cosas, los padres y los profesores refuerzan esta mentalidad fija etiquetándonos como inteligentes o buenos en determinadas cosas.
Una mentalidad más sana es la que se basa en la autoestima.
Un enfoque más sano es la mentalidad de mejorar. Ésta se centra en que el talento se desarrolla mediante el aprendizaje, el esfuerzo y la práctica. Para abrirte a esta mentalidad debes comprender que tu primera actuación dice muy poco de tu talento, así que no tiene sentido preocuparse por las imperfecciones. Lo único que tienes que hacer es centrarte en mejorar aprendiendo y pidiendo ayuda.
Otra mentalidad
Otro beneficio de esta mentalidad es que la gente la percibe positivamente. Demuestra respeto cuando pides ayuda o comentarios, y demuestras humildad al reconocer que aún te queda mucho por aprender.
Cómo mejorar
Una mentalidad de mejora significa que debes mantener una visión realista de tus errores. Tendemos a sobrestimar enormemente cuánto notan los demás nuestras meteduras de pata. Sin embargo, lo cierto es que los demás suelen estar mucho más preocupados por sus propias actuaciones o pensamientos que por lo que tú estás haciendo.
Si se dan cuenta de tu error, es más probable que lo atribuyan a la inexperiencia que a la incompetencia o a la falta de talento, ¡así que no te martirices por ello!
Cuidado con lo que haces.
Ten en cuenta que estás aprendiendo. Tu primera actuación no es una representación exacta de tu talento, valía o habilidades.
Conclusiones
El mensaje clave de este libro:
Sentir ansiedad ante situaciones nuevas es natural. Para superar el miedo a lo desconocido, debes cambiar tu mentalidad, ponerte en el lugar de los demás y practicar algunas técnicas sencillas para presentarte. Haz preguntas y recuerda nombres. Y no lo olvides: todos cometemos errores al principio.
Consejos Accionables:
Emprende a los demás.
Experimenta con el intercambio de energía.
Para construir relaciones sanas, emplea lo que los científicos llaman altruismo recíproco. El altruismo recíproco se produce cuando otras personas nos ayudan y eso despierta un impulso instintivo de ayudarles a cambio.
Puedes utilizar esto en tu beneficio dando energía a los demás escuchándoles y apreciándoles. Cuando lo hagas, ellos se sentirán inclinados a devolvértelo estando dispuestos a escucharte, apreciarte o ayudarte.
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