Programas de formación que funcionan para las empresas, los trabajadores y la economía
por Thomas Kochan, David Finegold, and Paul Osterman
En su Discurso sobre el estado de la Unión anoche, el presidente Obama pidió una «reforma generalizada de los programas de formación de los Estados Unidos» y dijo: «Sabemos cómo hacerlo».
Estamos de acuerdo con él: los programas regionales e industriales específicos que ya existen en todo el país ofrecen modelos de éxito. En nuestro mes de diciembre de 2012 HBR artículo «¿Quién puede corregir la brecha de habilidades medias?» resumimos los ingredientes clave que la investigación sobre estos programas ha demostrado que son esenciales para su éxito:
- Varios empleadores de la región o del sector industrial cooperan entre sí y con las instituciones educativas y laborales para diseñar y financiar iniciativas de formación y contratación de graduados.
- La educación en el aula incluye oportunidades para aplicar nuevos conceptos y habilidades en entornos de trabajo reales o simulados, un enfoque que ha demostrado ser la forma en que los adultos aprenden mejor.
- La formación se centra en ofrecer a los trabajadores trayectorias profesionales, no solo las habilidades para los puestos iniciales.
Estos programas adoptan diversas formas. A algunos les gustan los de gran éxito, como el Centro para el Desarrollo de la Fuerza Laboral Energética son iniciativas conjuntas de la dirección sindical. A algunos les gusta el BioImpact de Carolina del Norte El consorcio de Carolina del Norte (anteriormente BioWorks) depende en gran medida de los colegios comunitarios. Y otros como Líderes de operaciones globales del MIT son empresas conjuntas entre universidad e industria.
Independientemente de su forma específica o de sus objetivos laborales, lo mejor que puede hacer el gobierno federal para ayudar a ampliar estos programas y satisfacer la necesidad de trabajadores cualificados es supeditar la financiación que proporciona a la demostración de que existen estas tres características.
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