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Liderazgo

El alma del liderazgo

por Ángel Cabrera

(Nota del editor: Esta entrada forma parte de una serie de blogs de seis semanas sobre cómo podría ser el liderazgo en el futuro. Las conversaciones generadas por estas publicaciones ayudarán a dar forma a la agenda de un simposio sobre el tema que se celebrará en junio de 2010, organizado por la HBS Nitin Nohria, Rakesh Khurana, y Scott Snook. El tema de esta semana: los valores.)

Durante años, algunos de nosotros advertimos contra los peligros de una economía impulsada exclusivamente por el interés propio (lo que se puso de manifiesto con el desastre financiero de 2008) y abogamos enérgicamente a favor de que la dirección, al igual que otras disciplinas profesionales, exigiera a sus miembros que aceptaran un código de conducta y se comprometieran públicamente a no hacer daño.

Incluso llegamos a proponer varias versiones de dicho código de conducta, y ahora algunos de estos códigos los han adoptado estudiantes de MBA (p. el juramento del MBA comenzó en Harvard), escuelas de negocios (p. ej. Thunderbird) y asociaciones internacionales (p. ej. el Foro de Jóvenes Líderes Mundiales). El proyecto Oath también se creó el año pasado para proponer un código de conducta profesional universal para los directivos, el borrador actual que cuenta con el respaldo de organizaciones como el Pacto Mundial de las Naciones Unidas, los Jóvenes Líderes Mundiales del Foro Económico Mundial, Net Impact y el Instituto Aspen.

Pero quizás el mensaje que aún no hemos transmitido de una manera lo suficientemente convincente es que el compromiso de servir al bien público no solo beneficia a la sociedad, sino que también es un elemento vital de un liderazgo eficaz y una condición previa para el éxito de la organización.

Investigación de mis colegas Mary Sully de Luque y Nathan Washburn muestra que los directores ejecutivos que formulan las decisiones en términos puramente económicos tienden a ser percibidos como más autocráticos y menos visionarios que los líderes que expresan su preocupación por un conjunto más amplio de partes interesadas mediante, por ejemplo, su compromiso con el bien público. Y cuanto más visionario se perciba a un líder, más dispuestos estarán los empleados a hacer un esfuerzo adicional y, en consecuencia, a ofrecer un mayor rendimiento.

Liderar es influir en los demás sin coerción. Seguir es dar un salto de fe y poner su futuro en manos de otra persona.

Antes de correr este riesgo, los seguidores buscan pruebas de que los valores de un líder son sólidos y compatibles con los suyos propios. Por encima de todo, buscan pruebas de que un líder no se deja llevar exclusivamente por el interés propio y que tendrá en cuenta a los demás a la hora de tomar decisiones.

En la empresa moderna, es posible que los motivos que impulsan a un líder no siempre se perciban como confiables, ya que inevitablemente está en juego un importante beneficio personal en forma de poder, estatus y compensación monetaria. Cuanto más alto sea el puesto en la organización (y mayor sea la esfera de influencia que ocupa un líder), más hay en juego y más cuestionables pueden parecer los motivos del líder a los posibles seguidores.

Puede que las empresas no tengan «nadie a quien patear ni alma a quien maldecir», como dice el viejo adagio. Pero sus líderes sí. De hecho, es la percepción de los seguidores sobre el «alma» de un líder la que puede hacer o deshacer el trato. Uno de los mayores desafíos de cualquier líder empresarial es convencer a todos los demás de que no van a comprometer los intereses de la empresa, si no de la sociedad, en su propio beneficio.

Hacer un juramento público para salvaguardar los intereses de la empresa por encima de los propios y abstenerse de prácticas que sean perjudiciales para la sociedad no es la única manera de ganarse la confianza necesaria para liderar con eficacia. Pero puede ser un buen punto de partida.

Angel Cabrera es presidente de Escuela de Administración Global Thunderbird y cofundador de El proyecto Oath.

(Nota del editor: Esta entrada forma parte de una serie de blogs de seis semanas sobre cómo podría ser el liderazgo en el futuro. Las conversaciones generadas por estas publicaciones ayudarán a dar forma a la agenda de un simposio sobre el tema que se celebrará en junio de 2010, organizado por la HBS Nitin Nohria, Rakesh Khurana, y Scott Snook. El tema de esta semana: los valores.)