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El líder aislado

por Adi Ignatius

¿Los directores ejecutivos saben menos que sus empleados sobre lo que realmente sucede en la empresa? Esa es una de las provocadoras preguntas planteadas este mes por Hal Gregersen, director ejecutivo del Centro de Liderazgo del MIT, en «Romper la burbuja de los directores ejecutivos».

Gregersen, cuyo artículo se basa en entrevistas con más de 200 altos ejecutivos, afirma que el estatus y la autoridad suelen aislar a los directores ejecutivos de información crítica que puede cuestionar sus suposiciones y estrategias. Nadie quiere darle una mala noticia al jefe, así que puede que el CEO sea el último en enterarse.

Es un problema común. Pero no es insuperable. Algunos de los líderes más innovadores del mundo han encontrado formas de evitar esta trampa, pero esas tácticas requieren que los ejecutivos salgan de su rutina.

Una técnica es simplemente estar más tranquilo. En lugar de pasar al modo de emisión, los ejecutivos deberían hacer preguntas sin descanso a sus colegas y deberían hacerse un espacio para reflexionar profundamente sobre los desafíos a los que se enfrentan. Por encima de todo, deberían hacer «giras de escucha» para identificar las señales débiles que podrían ser indicadores tempranos de amenazas y oportunidades inminentes.

¿Cómo puede fomentar una cultura en la que los empleados se sientan libres de hablar abiertamente? Walt Bettinger, el CEO de Schwab, exige que sus directivos escriban «informes brutalmente honestos» que aborden con franqueza, entre otras cosas, lo que está «roto» en la empresa. Incluso invita a los empleados que plantean cuestiones importantes a visitar la sede.

Sí, es cómodo en la burbuja. Pero la comodidad puede ser su peor enemigo.