The Daily Stoic

Mejora tu vida con las lecciones de los estoicos.

El estoicismo fue fundado hace casi 2.500 años, en la Antigua Grecia, por un hombre llamado Zenón, quien, tras perder su fortuna en un naufragio, se trasladó a Atenas para convertirse en filósofo. ¿Qué podríamos aprender nosotros, que vivimos en un mundo y una época totalmente distintos a los de Zenón, de las enseñanzas de la filosofía que él fundó? 

Respuesta breve: mucho. El estoicismo, a diferencia de muchas otras filosofías, pretende ayudarte a vivir la vida. No se ocupa de problemas abstractos y esotéricos. Más bien, pretende ayudarte a responder a esa eterna pregunta: ¿Cómo debes vivir? ¿Qué debes hacer para vivir una buena vida?

Como ya sabrás, los estoicos enseñaban que la virtud era el bien supremo de la vida y que, para ser virtuosos, debemos fomentar en nosotros los cuatro subtipos de la virtud: valor, sabiduría, moderación y justicia.

Esta idea de El Estoico Cotidiano de Ryan Holiday es una guía para desarrollar estas cualidades en ti mismo.

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Lo que sabemos sobre el estoicismo nos ha llegado, en su mayor parte, a través de tres figuras: Marco Aurelio, el gran emperador romano que escribió un diario que más tarde se publicó como Meditaciones; Séneca el Joven, un dramaturgo que también escribió las canónicas Cartas Morales; y Epicteto, un profesor de filosofía que estuvo esclavizado y cuyas clases fueron recogidas por un estudiante en un libro llamado el Enchiridion.

Marco Aurelio, Séneca, Epicteto - las palabras de estos tres estoicos constituyen la columna vertebral de El Estoico Diario. Por cierto, se llama El Estoico Diario porque ofrece una cita estoica, casi siempre de uno de nuestros tres tipos, para cada día del año, junto con una breve meditación sobre la cita. Obviamente, no podemos abarcar las 366 meditaciones. Pero podemos hablar de algunas de las más importantes, que es lo que haremos en los 12 capítulos siguientes.

¡Entremos en materia!

Examínate a ti mismo y a las compañías que frecuentas.

Para los estoicos, la filosofía comienza con el autoexamen.

Para los estoicos, la filosofía comienza con el autoexamen.

Para los estoicos, la filosofía comienza con el autoexamen.

El gran maestro estoico del siglo II d.C., Epicteto, decía que nos convertimos en filósofos en el momento en que examinamos por primera vez nuestras nociones preconcebidas y nos hacemos preguntas sobre nuestras emociones, creencias e incluso sobre las palabras que utilizamos cada día. Así empezamos a investigar nuestra propia mente.

El autoexamen no es tarea fácil, por supuesto. El ego y el autoengaño intentarán frustrar tu búsqueda del autoconocimiento, asegurándote que ya te conoces a ti mismo. Pero recuerda las palabras de Epicteto: "Es imposible que un hombre aprenda lo que cree que ya sabe". Así que, mientras te examinas, mantente humilde, abierto y receptivo, como un buen estudiante.

Lo que veas puede ser difícil de mirar: debilidades, malos hábitos, orgullo y autoestima. Supera el dolor. Sigue mirando. Es importante hacer balance de todo, aunque resulte incómodo. Si no echas un vistazo honesto a tus cualidades menos encantadoras, nunca podrás trabajar para cambiarlas.

Además de la autorreflexión, también es importante ser consciente de los que te rodean.

La gente con la que pasas el tiempo influirá en el tipo de persona en que te conviertas. Si estás rodeado de gente que te empuja a ser mejor, mejorarás. Por supuesto, lo contrario también es cierto.

El dramaturgo y filósofo romano Séneca, que era una generación mayor que Epicteto, aconsejaba que cada uno tuviéramos presente a alguien a quien respetáramos y admiráramos. El mero pensamiento de que alguien está presenciando y juzgando con simpatía nuestra conducta, decía Séneca, nos ayudará.

La cuestión es: si te conoces mejor a ti mismo y a los demás, podrás ver tus acciones con mayor claridad. Y esta claridad te ayudará a elegir acciones que sean valientes, sabias, moderadas y justas.

Consejos para mantener la concentración.

Se ha convertido en un tópico: vivimos en una época definida por las distracciones. El ciclo de noticias. Internet. Nuestros dispositivos. Las redes sociales. Somos arrastrados en un millón de direcciones diferentes por un millón de cosas distintas. Pero las distracciones, aunque se hayan vuelto más extremas, no son nada nuevo.

Marco Aurelio, emperador romano y pensador estoico, tenía un método para eliminar las distracciones. Aconsejaba abordar cada tarea como si fuera la última. Hagas lo que hagas, imagina que es tu último acto, lo último que harás antes de morir, e intenta tomarte en serio este ejercicio mental. Los efectos pueden ser bastante increíbles, no sólo borrando la distracción sino aumentando la calidad. Al fin y al cabo, es tu último acto, así que más vale que lo hagas valer.

Otra buena técnica para mantener la concentración es reconocer y aceptar que algunas cosas simplemente escapan a tu control.

Para los estoicos, sólo hay una cosa que puedas controlar: tu mente. ¿Qué hay de tu cuerpo, te preguntarás? Pues que enfermará o se lesionará, te guste o no. No puedes controlarlo. Sin embargo, puedes controlar tus pensamientos. Así que ignora todo lo que no sea tu mente, todo lo que no esté bajo tu control.

Los beneficios de esto son dobles: agudizará tu concentración y te liberará del peso de la responsabilidad. Recuerda: de lo único que tienes que preocuparte es de tu mente, así como de las elecciones y acciones que son consecuencia de su razonamiento. 

Prácticamente hablando, puedes utilizar estos conocimientos para crear una rutina diaria útil.

Por las mañanas, tómate un minuto para recordar lo que puedes y lo que no puedes controlar, y céntrate sólo en lo primero.

A mediodía, recuérdate a ti mismo que la única habilidad que realmente posees es la capacidad de tomar decisiones.

Y antes de acostarte, piensa en lo mucho que escapa a tu control. Puedes dormir tranquilo sabiendo que, como enseñó Epicteto, esos asuntos pueden dejarse en manos de la fortuna.

No puedes controlar las situaciones, pero puedes controlar cómo reaccionas ante ellas.

Otra lección de Epicteto: si la forma en que estás abordando una situación no está dando los resultados deseados, puede que estés utilizando el asidero equivocado. En el Enchiridion, Epicteto enseña que toda situación tiene dos "asas" metafóricas, es decir, dos formas de abordarla. Una puede utilizarse para "llevarla", mientras que la otra no.

Epicteto da un ejemplo. Imagina que tu hermano te ha hecho algo malo. Hay dos asas. Una es la maldad de tu hermano, pero si te agarras a esta asa, nunca conseguirás "levantar" la situación. El otro asidero es el hecho de que se trata de tu hermano, que os habéis criado juntos, que os queréis. Ése es el asidero que debes utilizar.

Vamos a ver otro ejemplo, el ejemplo del periodista William Seabrook.

En 1933, Seabrook buscó tratamiento para su alcoholismo internándose en un manicomio. En aquella época, éstos eran los únicos centros de tratamiento para la adicción.

Al principio, Seabrook afrontó la situación como un adicto. Se rebeló. Se resistió al tratamiento. Se convirtió en un paria. Pero entonces, a punto de ser expulsado por sus continuos problemas y su mal comportamiento, se le pasó por la cabeza la metáfora de Epicteto de las dos asas, y se puso en acción. Hasta ese momento, se dio cuenta de que había estado sujetando el asa equivocada: el asa de la adicción, no el asa de la recuperación.

Así que agarró el otro asa. Abrazó el proceso y empezó a disfrutar no sólo del asilo, sino incluso de la sobriedad. Al abrirse a un nuevo enfoque, al agarrar un asa diferente, alcanzó su objetivo deseado.

La historia de Seabrook es inspiradora e impresionante, y puede que tú no obtengas los mismos resultados que cambiaron tu vida. Pero si un asa no funciona, no hay nada de malo en probar la otra.

Al estar alerta sobre nuestros prejuicios, podemos aportar más claridad a nuestros pensamientos.

"No son los acontecimientos en sí los que perturban a la gente, sino sólo sus juicios sobre ellos." - Epicteto

Los estoicos sabemos que la inmensa mayoría de nosotros no somos ni de lejos tan inteligentes como nos gustaría hacernos creer. Pero podemos mejorar nuestra inteligencia. ¿Cómo? Manteniéndonos humildes e identificando los defectos de nuestro pensamiento.

Puedes empezar poniendo a prueba tu forma de pensar en busca de prejuicios.

La mente tiene la ingeniosa habilidad de tomar decisiones en fracciones de segundo basándose en experiencias pasadas. Por ejemplo, oyes ladrar a un perro enfadado detrás de ti y, antes de que te des cuenta, has saltado a las ramas de un árbol cercano. Eso es útil y bueno. Pero, como señala Malcolm Gladwell en su libro Blink, esta capacidad también tiene un inconveniente: nos resulta igual de fácil autoafirmar nuestros prejuicios a la misma velocidad del rayo. Por ejemplo, conoces a un completo desconocido en una fiesta que resulta ser exactamente igual que tu archienemigo del instituto, y te encuentras siendo grosero con este desconocido sin culpa.

No siempre es fácil, pero, antes de actuar, intenta hacer una pausa y considerar qué suposiciones y prejuicios estás poniendo sobre la mesa. Hazte preguntas como: ¿Qué podría haber pasado por alto aquí? o ¿Es posible que esté equivocada al respecto?

Sólo un poco de autoevaluación puede ayudar mucho a evitar errores embarazosos.

El mismo principio es válido cuando se trata de evaluar patrones de conducta.

Marco Aurelio escribió que deberíamos buscar la causa y el efecto en nuestros pensamientos y acciones, e intentar comprender qué tipo de acciones son resultado de prejuicios concretos.

Otra forma de identificar fallos en el pensamiento es estar alerta ante una tendencia demasiado humana: añadir automática e involuntariamente una interpretación a lo que observas.

El espadachín samurái y filósofo del siglo XVII Musashi tenía algunas palabras estoicas para este impulso, ¡y ni siquiera era formalmente estoico! Según Musashi, una persona puede mirar algo con un ojo observador o con un ojo perceptor. Hay una gran diferencia entre ambos.

El ojo observador ve las cosas tal y como son. En cambio, el ojo perceptor dota a las cosas de significado. El ojo que percibe tiende a añadir su propio giro y prejuicio a las cosas, y esto puede causar problemas, haciendo que crees problemas donde no los hay o que trates a un completo desconocido como a un enemigo del instituto.

El estoicismo nos ayuda a vivir la vida acción a acción, decisión a decisión.

Cada día, todos los días, nos enfrentamos a una multitud de elecciones y posibilidades, desde las mundanas (¿Qué programas de televisión ver? ¿En qué restaurante comer?) hasta las trascendentales (¿Qué pareja elegir? ¿Cómo equilibrar tus necesidades personales con tus obligaciones para con los demás?

Toda esta elección puede ser abrumadora, paralizante. Una forma de superar la parálisis por la decisión es realizar un pequeño experimento mental. Aquí lo tienes:

Trata de imaginar la persona que te gustaría ser. Después, evalúa tus acciones. ¿Haces cosas que haría la persona que te gustaría ser? Tómate en serio este experimento. Imagina tu mejor yo, tu yo más virtuoso. ¿Qué tendrías que hacer para ser esa persona?

Una vez que hayas trazado algunas acciones, no lo dejes para más tarde. Actúa ahora.

Marco Aurelio escribió que si quieres cambiar algo de ti mismo, el mejor día para actuar es siempre hoy.

Piensa en ti mismo como un arquero que apunta a un blanco. Sólo darás en el blanco al que apuntes, y desde luego sólo darás en algo si realmente sueltas esa flecha

En definitiva, la mejor forma de considerar la procrastinación es como una forma de resistencia que te impide alcanzar tu objetivo. ¿Cómo puedes reducir esa resistencia?

Bueno, un enfoque aprobado por los estoicos es disfrutar del proceso. Definitivamente, fija objetivos. Definitivamente, apunta a ese objetivo: convertirte en tu mejor yo. Pero, una vez hecho esto, no te fijes en lo que intentas conseguir. Disfruta del viaje.

A Epicteto le encantaba recordar a sus alumnos que no existe el estoico perfecto. Vivir una vida perfectamente virtuosa, actuar siempre con valentía, sabiduría, moderación, justicia... eso es sencillamente imposible. Pero el ideal del estoico perfecto sigue siendo importante. Es lo que todos los estoicos deberían esforzarse por ser.

Pero la vida no consiste en grandes epifanías que sacudan la tierra. No te levantarás un día y serás tu yo perfecto, del mismo modo que ningún estoico será el estoico perfecto. Todo lo que puedes hacer es trabajar hacia la perfección.

Así que saborea el proceso. Disfruta del trabajo. Si lo haces, estarás en camino de acercarte a la perfección tanto como cualquier otra persona.

La ética gestiona las expectativas cuando te enfrentas a problemas y contratiempos.

Hacer planes, fijar objetivos, tener ambiciones - todo es importante. Pero los planes sólo pueden llevarte hasta cierto punto. Al fin y al cabo, ningún plan puede tener en cuenta todos los obstáculos que pueden surgir en el camino hacia su realización. Por eso, para navegar por la vida de la forma más eficaz, necesitamos encontrar formas de afrontar los obstáculos.

Los estoicos lo saben. En lugar de planificar obsesivamente, intentando tener en cuenta todas las complicaciones posibles, los estoicos fomentan la creatividad, la independencia y la inventiva. Esto les hace flexibles y resistentes ante las circunstancias cambiantes. En resumen: preparados para superar cualquier reto que la vida les ponga en el camino.

Aunque superar quizá no sea la palabra adecuada. Los estoicos se entrenan para sacar provecho de los obstáculos, para utilizarlos como oportunidades.

Una forma de conseguirlo es tener lo que los autores llaman una cláusula inversa, es decir, una opción de reserva. Así, por ejemplo, ¿qué haces si tu ordenador borra tu trabajo? Ningún problema. Es una oportunidad para empezar de cero con una versión nueva y mejorada. ¿Te quedas atrapado en un atasco? No hay problema. Es una oportunidad para terminar tu audiolibro.

Tener una cláusula inversa para cada situación significa que tu progreso nunca se detendrá. Cada obstáculo se convertirá en una oportunidad para progresar en otra parte.

Esta es una habilidad tan importante que Ryan Holiday escribió un libro entero sobre ella - El obstáculo es el camino. Así que mantén frescas en tu mente las palabras de Marco Aurelio "El impedimento a la acción adelanta la acción. Lo que se interpone en el camino se convierte en el camino"

Aspira a la virtuosidad en todo lo que hagas.

Todos los estoicos aspiran a la virtuosidad. Según los estoicos, la virtud es el propósito más elevado con el que uno puede comprometerse. Y, como sabes, la virtud en sí misma es un concepto compuesto por el valor, la sabiduría, la moderación y la justicia.

Aspirar a la virtuosidad es beneficioso porque te ayudará a atravesar todas las confusiones de la vida. Un ejemplo: supongamos que tu único objetivo en la vida es ganar dinero. El problema con este objetivo es que, en primer lugar, nunca tendrás suficiente y, en segundo lugar, podrías comprometer tu carácter, cometiendo actos atroces en pos del enriquecimiento propio.

La virtud es diferente. Si realmente la persigues, esforzándote de verdad por actuar con valentía, sabiduría, moderación y justicia, no sacrificarás tu moral en el altar de la codicia. Puede que ganes mucho dinero en tu vida. ¿Por qué no? Pero ese dinero no será el principio y el fin de tu vida, y desde luego no será mal ganado.

Para perseguir la virtud, sin embargo, tienes que estar totalmente comprometido contigo mismo: nadie va a obligarte a hacerlo. Como escribió Séneca en sus Cartas Morales, "Toda acción noble es voluntaria"

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Mira a Marco Aurelio: como emperador, sus responsabilidades políticas, personales, legales y militares eran enormes, y a veces debía sentirse abrumado. Nadie le ordenaba actuar virtuosamente, pero él lo hizo. Se comprometió plenamente, aspirando siempre a "un buen carácter, buenas intenciones y buenas acciones"

Para Marco, como para muchos otros pensadores estoicos, esto implicaba ayudar a los demás.

Como dijo Marco Aurelio en sus Meditaciones, trabajar con los demás es para lo que "te ha hecho la naturaleza". Cada uno de nosotros tiene un interés en hacer del mundo un lugar mejor, y la mejor forma de hacerlo es ayudándonos los unos a los otros.

Los estoicos se centran en los resultados, por lo que son pragmáticos en sus acciones.

A veces la filosofía tiene la mala reputación de ser una ocupación de torre de marfil. Pero el pensamiento estoico es diferente. Se trata de conseguir resultados y no desviarse del camino.

Por eso la cualidad especial de los estoicos es hacer las cosas sin importar las circunstancias.

Muchos artistas se encuentran estancados en su trabajo. Y muchos de ellos persiguen la inspiración trasladándose a nuevos lugares o buscando nuevas experiencias. Aun así, a menudo se encuentran bloqueados.

Esto se debe a que, en última instancia, si buscas el conjunto perfecto de condiciones de trabajo, sólo te estás engañando a ti mismo. En realidad, da igual dónde estés. Sólo tienes que ponerte manos a la obra y seguir adelante.

El mismo principio se aplica a la práctica del estoicismo en sí. Es para situaciones del mundo real; desde luego, no hace falta entrar en un monasterio para vivir estoicamente. Puedes hacerlo aquí, ahora, dondequiera que estés.

Otra verdad que reconoce el estoicismo es que, aunque las cosas que hagamos puedan ser imperfectas, esto no significa que no debamos intentarlo en absoluto. Este tipo de pensamiento de "todo o nada" puede impedir que progreses.

Así que no dejes que la perfección sea enemiga de lo bueno. Es mejor intentarlo y quedarse corto que no intentarlo en absoluto.

En su libro Reglas para radicales, el organizador comunitario Saul Alinsky sostenía que no debemos dejar que nuestro idealismo nos limite a la hora de fijar nuestros objetivos. Según Alinsky, una organizadora tiene que aceptar que el mundo es como es antes de intentar cambiarlo. Aceptar las cosas como son en realidad no debilita el deseo de cambio; de hecho, hace que el esfuerzo por conseguirlo sea más eficaz.

Los estoicos confían en sí mismos, manteniéndose resistentes a pesar de las circunstancias cambiantes.

Los estoicos creen que, independientemente de lo que nos ocurra, siempre mantenemos el control de lo que somos. Incluso inventaron una metáfora para ello. Cada uno de nosotros posee una ciudadela interior, que permanece inexpugnable, completamente bajo nuestro control, independientemente de lo que podamos soportar físicamente.

Los estoicos decían que esta Ciudadela alberga el alma. Pero creas o no en las almas, la metáfora es útil. Recuerda: esta Ciudadela es impermeable a las amenazas externas. Pero puede verse amenazada desde el interior.

En otras palabras, aunque tu Ciudadela no puede ser dañada por la lluvia y los relámpagos, sí puede serlo por cómo reaccionas ante el mal tiempo. Aunque un accidente grave no pueda dañarla, puede verse dañada por cómo reaccionas ante ese accidente.

Toma como ejemplo a Catón el Joven. Le gustaba estar preparado para cualquier eventualidad que pudiera ocurrirle. Por ejemplo, aunque podía permitirse ropa lujosa, optó por no llevar nunca sombrero, hiciera el tiempo que hiciera, para estar siempre preparado para soportar las inclemencias del tiempo. Caminaba descalzo, de modo que, si alguna vez le quitaban el calzado, no se inmutaría.

Al fin y al cabo, para un estoico, la desgracia no es más que otra oportunidad para hacerse más fuerte. En Sobre la Providencia, Séneca incluso afirma que alguien que nunca ha conocido la dificultad es desafortunado; eso demuestra que nunca ha sido puesto a prueba, por lo que no hay forma de que conozca su verdadero potencial.

Hay una segunda consecuencia de la Ciudadela Interior: los estoicos saben que sólo ellos tienen poder sobre sus propias mentes, lo que les hace muy resistentes.

El piloto y vicealmirante de la Marina estadounidense James Stockdale fue una prueba viviente de ello. Cuando su avión fue derribado sobre Vietnam, sabía que le seguirían dificultades increíbles. Pero, mientras su avión se hundía, pensó en las enseñanzas de Epicteto y supo que podría resistir.

Stockdale pasó los siguientes siete años y medio como prisionero de guerra, durante los cuales fue brutalmente torturado por sus captores. Pero nunca buscó consuelo en expectativas poco realistas de una liberación repentina, y nunca permitió que la experiencia cambiara lo que era.

Stockdale sabía que mantenerse fiel a sí mismo era su mejor esperanza de resistencia. De hecho, estaba tan comprometido con esta filosofía que en una ocasión se autolesionó deliberadamente para que sus captores no le obligaran a aparecer en un vídeo de propaganda.

Como estoico y alumno de Epicteto -quien, recordemos, estuvo esclavizado hasta los 30 años-, Stockdale sabía que, aunque no podía cambiar nada de su situación, siempre podía controlar su reacción ante ella.

La fortaleza en circunstancias difíciles es una habilidad admirable, pero como examinaremos ahora, no siempre tienes que hacerlo solo.

Los estoicos comprenden la interconexión de todas las cosas y se comprometen con la acción correcta.

En la Antigüedad, la violencia y la crueldad eran omnipresentes. En los anfiteatros de todo el Imperio Romano se mataba a animales y personas para entretenerlos, y se esclavizaba a los pueblos conquistados. No era un ambiente que fomentara sentimientos positivos de camaradería.

Lo fascinante es que el estoicismo, que alcanzó su madurez filosófica en aquella época, consideraba que todas las personas y criaturas estaban conectadas entre sí.

Los estoicos llamaban a esta interconexión sympatheia. Les ayudaba a ver todo como parte de un todo mayor.

En sus Meditaciones, Marco Aurelio describió cómo todo en el universo estaba interconectado. Incluso explicó mediante una analogía cómo las personas debían imaginarse como abejas que viven en la misma colmena: lo que es malo para la colmena, en última instancia será malo para las abejas. Dicho al revés, todo lo que no sea perjudicial para la comunidad no puede perjudicar en última instancia al individuo.

Dado que una persona sabia comprende que el bien de muchos es siempre la máxima prioridad, esto significa que todos los impulsos y acciones deben dirigirse hacia ese objetivo.

Hacer lo correcto por la comunidad está muy bien en teoría, pero la acción correcta requiere a veces una motivación personal.

Al fin y al cabo, puede ser tentador actuar de forma egoísta, pero no suele acabar haciéndote ningún bien a largo plazo.

Por ejemplo, a veces nos convencemos de que una venganza nos hará mucho bien. Pero, en realidad, perder el control de esa manera nos pone enfermos. Un ejemplo bastante inquietante es que a menudo se encuentran vómitos en las escenas de los crímenes precisamente por este motivo.

Y lo que es cierto para el crimen también lo es para la mentira y el engaño. Simplemente nos sentimos peor por actuar de un modo que sabemos que no es ético.

Aquí tienes un ejercicio práctico que te facilitará actuar correctamente. Antes de hacer algo, pregúntate una vez más: "¿Es esto lo que haría la persona que me gustaría ser?". Piensa en las normas que te has fijado y utilízalas para guiarte en el momento presente.

Para los estoicos, el destino no es una fuente de miedo, sino que les motiva.

Es una tendencia común pensar que la esperanza es buena y el miedo malo. Pero los estoicos son escépticos respecto a ambos. Al fin y al cabo, tanto la esperanza como el miedo implican atribuir valor a acontecimientos futuros que, por definición, están fuera de nuestro control.

Así que en lugar de centrarse en los deseos y las preocupaciones, los estoicos prefieren el amor fati, "amor al destino". En otras palabras, van un paso más allá de levantar las manos y decir "lo que tenga que ser, será". Ellos abrazan el destino, aunque los acontecimientos no se desarrollen a su favor.

En lugar de desear inútilmente poder cambiar las circunstancias para que se ajusten a sus deseos, los estoicos adaptan sus deseos a la situación. Éste es el arte de la aquiescencia

de los estoicos.

Es una estrategia inteligente. Los estoicos aprenden a aceptar los acontecimientos y a asumir la responsabilidad de su propia vida.

Sin embargo, es importante señalar que la aceptación no es sinónimo de pasividad.

Miremos al ex presidente de EEUU Franklin D. Roosevelt. Había anhelado y trabajado por el cargo de la presidencia durante toda su vida. Pero, de repente, a la edad de 39 años, le diagnosticaron poliomielitis.

FDR sabía que no podía hacer nada contra la enfermedad, pero reconocía que su reacción ante ella era enteramente su elección. Por lo tanto, decidió aceptar la situación con calma, negándose a verse a sí mismo como una víctima. El resto es historia: FDR fue elegido presidente cuatro veces.

Otro buen ejemplo es el líder de los derechos civiles Malcolm X. Fue encarcelado al principio de su vida, pero en lugar de humear inútilmente en su celda, eligió utilizar su tiempo sabiamente. En el momento de su liberación, era autodidacta, religioso y estaba muy motivado, rasgos de carácter que le sirvieron para luchar por los derechos civiles.

Piensa en toda la energía que podrías ahorrar si no desearas lo imposible. El éxito es totalmente alcanzable si inviertes esa energía y trabajas con la situación real tal y como se presenta ante ti.

Los estoicos no temen a la muerte: aceptan y abrazan su poder.

El otrora poderoso Imperio Romano cayó en Occidente después de 500 años. La mayor esperanza de vida humana registrada es de sólo 122 años.

Todo y todos debemos llegar a nuestro fin. Por eso el estoicismo nos enseña a aceptar la muerte. Y a utilizarla como motivación para vivir bien la vida.

Marco Aurelio escribió que deberíamos vivir cada día como si fuera el último. No quería decir que tuviéramos que caer en un frenesí de indulgencia hedonista. Se refería a que deberíamos vivir con valentía, sin apatía, del mismo modo que deberíamos abordar cada uno de nuestros actos como si fuera el último. Vive como si tuvieras que recordar los actos del día desde tu lecho de muerte. Vive de tal manera que mires atrás y te sientas satisfecho.

Por supuesto, la idea de la muerte es aterradora. No podemos saber lo que nos espera. Pero los estoicos reconocen una característica importante de la muerte: si realmente es el final de todo, no hay nada que temer. La muerte trae consigo el fin de las preocupaciones, del dolor y, por supuesto, de la propia muerte.

La muerte trae consigo el fin de las preocupaciones, del dolor y, por supuesto, de la propia muerte.

De hecho, Séneca llegó a amonestar a sus amigos y familiares cuando suplicaron a sus verdugos que le perdonaran la vida. Les reprendió por haber olvidado su formación filosófica. En su opinión, deberían haber estado dispuestos a aceptar la muerte, igual que él.

"Filosofar", sostenía Cicerón, "es aprender a morir". Es decir, que podemos utilizar la filosofía para aprovechar al máximo nuestro tiempo. 

Aunque es interesante meditar sobre la sabiduría de los filósofos y las grandes cuestiones de la vida, para los estoicos la filosofía tiene una finalidad práctica. Es una herramienta que debes utilizar cada día para dar forma cuidadosamente a tu propia vida, una vida de la que estarás contento cuando por fin llegue a su fin.

Conclusiones

El estoicismo es ante todo una filosofía práctica. En lugar de ser sólo un marco abstracto para la rumiación cerebral, proporciona un conjunto de principios rectores que pueden ayudarte a tomar mejores decisiones en la vida. Aplica el estoicismo con éxito y no sólo creerás en tus propias capacidades, sino que, mediante la determinación y la automotivación, serás capaz de mejorarte a ti mismo y a la sociedad en su conjunto.

El estoicismo es, ante todo, una filosofía práctica.

Consejos Accionables:

No busques la felicidad en cosas externas.

No hay nada malo en apreciar una buena ropa o una buena comida. Pero cuanto más dejamos que nuestra felicidad dependa de recompensas externas, menos libres nos volvemos. Así que la próxima vez que busques "me gusta" en las redes sociales o intentes mejorar tu estado de ánimo con una compra extravagante, pregúntate qué acción significativa podrías realizar en su lugar. Los efectos durarán mucho más.