Steal the Show

Actuar como un profesional.

El dramaturgo inglés William Shakespeare escribió una vez que "Todo el mundo es un escenario". Lo que quería decir es que todos somos actores. A primera vista, es una idea extraña. ¿No preferirías verte a ti mismo como único? ¿El producto de tus propias elecciones en lugar de un actor que lee líneas en el drama de otro?

Pero la actuación no es enemiga de la autenticidad. Piensa en tus estrellas de Hollywood favoritas. Son convincentes porque aportan sus propias experiencias y personalidades a sus papeles. No sólo actúan, sino que se convierten en sus personajes.

No hace falta ser un actor de teatro para aprovechar ese conocimiento. Desde entrevistas de trabajo hasta presentaciones y primeras citas, la vida está llena de situaciones en las que se espera que interpretemos un papel aportando algo especial. Entonces, ¿cuál es el secreto?

Ese es exactamente el secreto.

Esa es exactamente la pregunta que responderemos en este resumen, basándonos en la sabiduría del profesional de la interpretación y antiguo actor profesional Michael Port. Aprenderás los trucos del oficio y descubrirás cómo puedes aplicarlos a tu propia vida. Por el camino, también descubrirás

  • cómo puede ayudarte la improvisación en la sala de juntas
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  • por qué eres un intérprete nato, aunque aún no lo sepas; y
  • cómo desbloquear tu capacidad de improvisación.
  • cómo desbloquear tu auténtica voz interior.
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Actuar en público puede ser aterrador, pero aprender a aprovechar tu capacidad natural para actuar puede ayudarte a superar tus miedos.

"Lo irónico es que la mayoría de nosotros tenemos que actuar aunque no nos veamos a nosotros mismos como artistas. "

Imagínate estos tres escenarios: un gerente asiste a una revisión de rendimiento decisiva con sus superiores; una prometedora empresaria da un discurso en una conferencia a la que asisten los líderes de su sector; una joven empresaria presenta una ambiciosa idea de negocio a un grupo de capitalistas de riesgo canosos.

Si se te atascan las manos sólo de pensar en ponerte en cualquiera de esas situaciones, no te preocupes, no eres el único. Mucha gente considera que salir a la palestra es una experiencia aterradora. Para ponerlo en perspectiva, si buscas en Google "hablar en público" obtendrás 90 millones de resultados. A la cabeza de la lista: consejos sobre cómo controlar los nervios y la ansiedad.

¿Por qué da tanto miedo hablar en público? Bueno, es un tipo de actuación. Tanto si te presentan a una entrevista de trabajo como si das una charla, básicamente estás actuando: presentando, escenificando e interpretando un papel para impresionar, deleitar o emocionar a tu público.

Lo más probable es que esto sea algo que nunca te hayan enseñado a hacer. Y eso explica la familiar sensación de temor. Las actuaciones en público nos sacan de nuestra zona de confort. No es de extrañar que nos preocupe equivocarnos y acabar con un huevo en la cara.

Pero esto es lo que hay. Por extraño que pueda parecer, eres un actor; todos lo somos. Seas consciente de ello o no, estás constantemente asumiendo distintos papeles en distintos escenarios. Cuando utilizas las redes sociales o te describes en un sitio de citas, por ejemplo, te estás presentando bajo una luz particular. En otras palabras, estás actuando. Lo mismo puede decirse de las formas en que puedes cambiar tu comportamiento cuando te comunicas por Skype con un colega o hablas con tu jefe en una fiesta de fin de año.

Esto es una buena noticia.

Estas son buenas noticias: significa que ya sabes cómo desempeñar un papel. El truco está en aprovechar esa comprensión intuitiva del rendimiento y llevarla al siguiente nivel. Considéralo un curso intensivo de interpretación. Pero no se trata de conseguir un papel en tu grupo de teatro local, sino de aprender una metodología que puedas aplicar en tu vida profesional.

Tómalo del autor, un actor profesional que pasó al mundo empresarial. En la actualidad, es un escritor superventas y un conferenciante y consultor muy solicitado. Fue un salto bastante grande, pero su formación como actor le dio una ventaja: le permitió interpretar con autenticidad distintos papeles e inspirar confianza a los demás.

En el siguiente resumen, aprenderemos a seguir su ejemplo.

Aprovechar tu verdadera voz hace que tu actuación sea más cercana.

Todo papel tiene un guión y un vestuario. Tomemos uno de los papeles más comunes que muchos de nosotros interpretamos: el de "profesional". Tendemos a hablar y a vestirnos de determinadas maneras cuando estamos en el trabajo. Cosas de las que podríamos hablar con nuestros amigos no nos parecen bien en la oficina. Cuando llega el lunes por la mañana, dejamos esos viejos y cómodos vaqueros en el armario y elegimos algo que se adapte mejor a nuestra personalidad en el trabajo.

Es un acto, pero es importante. Mezclar lo personal con lo profesional suele acabar mal. Si Sam de cuentas empieza a contar sus últimas aventuras nocturnas, puede dañar su prestigio entre sus cada vez más incómodos compañeros. Si Suzie va por ahí diciendo a los demás que no cree que se merezca su reciente ascenso, es poco probable que sus subordinados respeten su autoridad.

Pero interpretar un papel es importante.

Pero desempeñar un papel no significa abandonar tu verdadera voz: el conjunto de experiencias, valores y creencias que definen quién eres y qué defiendes. Cuando aportas esa perspectiva a tu papel profesional, te conviertes en un personaje mucho más redondo. Y eso te ayuda a conectar con los demás.

Por ejemplo, Robin Roberts, presentadora del programa Bood Morning America de la ABC. Los telespectadores empezaron a verla con otros ojos después de que hablara abiertamente de su homosexualidad. Donde antes veían un ejemplo imponente de empuje y ambición profesional, ahora veían a una mujer que, como el resto de nosotros, iba descubriendo cosas por el camino. Siguió desempeñando su papel de presentadora en el programa, pero también fue capaz de expresar con autenticidad quién era como persona.

Ese tipo de honestidad y honradez es lo que se necesita para ser una mujer honesta.

Ese tipo de honestidad llega muy lejos cuando eres líder. Sheryl Sandberg, de Facebook, por ejemplo, escribió sobre sus sentimientos encontrados acerca de la maternidad, el trabajo y el matrimonio en su libro Lean In. Al basarse en su propia experiencia como mujer en un sector ultracompetitivo y dominado por los hombres, se hizo cercana a millones de lectores e inspiró el lanzamiento de un movimiento dedicado a capacitar a las mujeres para que persigan las carreras de sus sueños.

Entonces, ¿cómo puedes encontrar tu verdadera voz? Por aquí puedes empezar: no te dejes atrapar por la trampa de la perfección. Si estás ansioso por ser la persona más original de la sala, es poco probable que creas que tu historia, ideas y perspectiva únicas son relevantes para los demás. Pero recuerda que lo que cuenta no es tanto lo que dices, sino cómo lo dices. Piensa en una madre que canta a su hijo una nana que le han cantado un millón de veces. No importa que la melodía no sea original, lo importante es la forma en que su voz comunica su amor auténtico.

Las personas de éxito se adaptan a distintos contextos sin dejar de ser fieles a sí mismas.

"Las personas de éxito experimentan interpretando distintos papeles hasta que se sienten cómodas con las actitudes necesarias para interpretar sus nuevos papeles."

En el resumen anterior hemos hablado un poco de la autenticidad, pero no hemos definido el término. Entonces, ¿qué es exactamente? A menudo, se entiende como "ser fiel a uno mismo". No es una mala definición, pero plantea otra cuestión: ¿De qué tipo de "yo" estamos hablando?

Puede sonar bastante abstracto, pero es una distinción importante. Tomemos como ejemplo un artículo de 2015 de la psicóloga organizativa Herminia Ibarra en la Harvard Business Review. Ibarra argumenta que nuestro "autoconcepto" puede "impedirnos navegar hacia adelante" o ayudarnos a ser más adaptables.

Vamos a desentrañar esto un poco, empezando por la adaptabilidad. Las personas de éxito de todos los ámbitos de la vida tienen algo en común: cambian de un papel a otro. Un jefe de batallón del cuerpo de marines, por ejemplo, puede ser un duro disciplinario en el trabajo, pero desempeñar el papel de un padre tierno y cariñoso cuando llega a casa con sus hijas pequeñas. Ambos son auténticos. Piensa en un camaleón que cambia de color. No finge ser algo que no es, sino que expresa todo su potencial.

En cambio, cuando tu sentido del yo es demasiado rígido, tiendes a desarrollar una forma única e inmutable de pensar, sentir y comportarte, sea cual sea el contexto. A estas personas les cuesta improvisar y a menudo se vuelven intolerantes cuando se trata de perspectivas alternativas. Peor aún, les cuesta hacer grandes transiciones en la vida, como el salto de gerente intermedio a directivo, o de soltero a casado.

Interpretar siempre el mismo papel también provoca conflictos y limita tu capacidad de superación. Imagina a un cómico que quiere dirigir una película de gran presupuesto, pero que no puede dejar de actuar como un payaso en las reuniones con los ejecutivos de Hollywood. Puede que esa actuación le convierta en el alma de la fiesta en ciertos círculos, pero nadie le va a dar un cheque millonario mientras esté haciendo chistes de pedos.

La clave para dominar el arte de la comedia es la habilidad de actuar.

La clave para dominar distintos papeles es relativamente sencilla: sigue el ejemplo de los profesionales que ya saben cómo hacerlo. Del mismo modo que los atletas se obsesionan con cada detalle del estilo de tiro o de balanceo de sus ídolos, tú deberías estudiar a las "estrellas" que te encuentras en la vida cotidiana. ¿Admiras a la maestra del NETWORKING de tu oficina? Analiza sus jugadas y pruébatelas tú mismo. No se trata de fingir ser otra persona, sino de aprender técnicas que puedes hacer tuyas.

Estar en el momento te convierte en un mejor oyente y conduce a conversaciones más gratificantes.

¿Has oído alguna vez la frase "diálogo de sordos"? Se refiere a las conversaciones entre personas que no se escuchan unas a otras y que simplemente esperan el momento adecuado para intervenir con sus propios temas de conversación bien ensayados.

Es una de las cosas más gratificantes de la vida.

Es una experiencia frustrante que se repite a diario en salas de juntas y dormitorios de todo el mundo, y crea un círculo vicioso. Cuanto menos escuches, menos probable será que respondas de forma interesante. Eso, a su vez, significa que es menos probable que tu interlocutor se moleste en escucharte a ti.

Los actores aprenden esto muy pronto en su formación. Como señala Cicely Berry, antigua directora de voz de la Royal Shakespeare Company, las respuestas sorprendentes son fruto de la apertura. Si no estás atento a lo que ocurre delante de ti, tu interpretación será forzada y aburrida. Esto se debe a que los actores no se "fabrican" emociones de la nada, sino que se enfadan o se entristecen en respuesta a lo que escuchan.

Esto hace que escuchar sea una habilidad que merece la pena cultivar. El truco está en estar en el momento.

El neurocientífico Seth Horowitz llama a esto "escuchar con todo el cerebro". Piensa en ello como una especie de atención plena. La idea es estar plenamente presente y centrado en lo que se dice, en lugar de intentar anticipar a dónde pueden conducir las discusiones o esperar a tener la oportunidad de expresar tus propias ideas.

Sin embargo, estar en el momento no consiste sólo en las ondas sonoras que entran en tus oídos; de hecho, puedes "escuchar" con todos tus sentidos. Por ejemplo, en una entrevista de trabajo. El hecho de que tu entrevistador tenga ojeras, establezca poco contacto visual y se esté tomando un café triple es tan revelador como lo que te está contando sobre la empresa. Lo mismo ocurre en una presentación. Si tu público está garabateando notas, es probable que hayas despertado su interés; si, por el contrario, te observa con indiferencia, tal vez sea el momento de cambiar las cosas.

Cuando enfocas las conversaciones teniendo esto en cuenta, se parecen un poco a un juego de lanzar y atrapar a larga distancia. Imagina que lanzas una pelota de béisbol a un compañero que está a 50 metros. No sólo observas el arco de la pelota, sino que también escuchas el revelador thwack sonido de la pelota al aterrizar en un guante de cuero. Cuando hablas con alguien, tienes que hacer lo mismo: mantener los oídos atentos a las señales de que tu interlocutor ha "captado" lo que estás diciendo.

Cuando se trata de actuar, realmente puedes fingir hasta que lo consigas.

Todos hemos pasado por eso. Te diriges hacia el estrado o entras en una sala de conferencias cuando, de repente, sientes una familiar sensación de ansiedad en el estómago. Tu concentración se estrecha y el único pensamiento que tienes en la cabeza es un estribillo monótono y aburrido: "este no es tu sitio"

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Ese es tu crítico interior que se rebela contra tu turno en el centro de atención, y es algo que muchos actores experimentan cada vez que suben al escenario. En este resumen, terminaremos viendo algunas de las técnicas que utilizan para vencer estos patrones de pensamiento autodestructivos.

Llámalo actuar como si, una técnica que utiliza la imaginación para evitar la ansiedad. La idea es sencilla: si actúas como si algo fuera cierto, es más probable que resulte así en el mundo real. Puede parecer un galimatías de la Nueva Era, pero hay muchos datos científicos que lo respaldan.

Empecemos con un estudio de 2012 publicado en la revista Anales de Psiquiatría. En él, Thomas Newmark demuestra que los atletas que visualizan tareas completadas con éxito aumentan su rendimiento de forma mensurable. Cuando imaginas algo, tu cuerpo siente como si realmente estuviera ocurriendo. Los escáneres cerebrales muestran un desplazamiento paralelo de la actividad neuronal desde el hemisferio izquierdo lógico del cerebro hacia el hemisferio derecho creativo, lo que crea nuevas vías neuronales entre ambos.

Luego está la teoría de la imaginación.

También está la postura de poder, que consiste en adoptar una posición dominante y expansiva frente al espejo. Para hacerte una idea, piensa en superhéroes con las manos en las caderas y las piernas bien separadas. Amy Cuddy, psicóloga de la Universidad de Harvard, demostró que estas posturas tienen efectos fisiológicos demostrables. En su artículo de 2010 sobre el tema, llegó a la conclusión de que actuar con confianza ante un espejo en realidad hace que la gente tenga más confianza en sí misma. Como explica Cuddy, esto se debe a que puede aumentar la testosterona, una hormona relacionada con la sensación de poder y control, hasta en un 20%, al tiempo que reduce el cortisol, una hormona del estrés, hasta en un 25%.

El autor tiene experiencia de primera mano sobre el poder de la visualización. Tras obtener recientemente su licencia de patrón de barco de la Guardia Costera de EE.UU., seguía encontrando el atraque de su embarcación bastante angustioso, sobre todo con mal tiempo. Cuando hablaba con capitanes más experimentados, le decían que siempre se imaginaban la operación antes de conducir sus barcos hasta el amarradero. Como los actores, ensayaban sus papeles antes de ponerse en escena.

¡Esto demuestra lo poderosa que puede ser la actuación!

Conclusiones

El mensaje clave de estos resúmenes:

Lo sepas o no, eres un actor nato. Cada día, te mueves entre distintos papeles e interpretas distintas partes. Pero aquí está el inconveniente: esa comprensión intuitiva de la interpretación rara vez te equipa para esos momentos desalentadores en los que te ves obligado a ser el centro de atención. Entonces, ¿qué debes hacer la próxima vez que subas al escenario delante de tus compañeros? La clave es dejar que brille tu voz interior y recordar que lo perfecto suele ser enemigo de lo bueno. Entrena tu capacidad de escucha, haz como un camaleón y actúa "como si" ya fueras el intérprete que quieres ser, y llevarás tu actuación al siguiente nivel en un santiamén.

Consejos Accionables:

Mejora tu discurso haciendo pausas.

Los profesores de oratoria te dirán a menudo que una forma sencilla de mejorar tu oratoria es ir más despacio. A veces tiene sentido: cuando estás nervioso, tiendes a apresurarte. Pero si te preocupa hablar demasiado deprisa, puede que te estés centrando en lo que no debes. Lo que realmente marca la diferencia entre una charla mediocre y una presentación genial son las pausas. Hablar demasiado despacio suele ser francamente soporífero. En cambio, las ráfagas de discurso rápido, puntuadas con pausas, crean ritmos que atraen la atención. Eso ayuda a tus oyentes a asimilar lo que dices. Mejor aún, las pausas les dan un momento para tomar notas. Recuerda que los perderás rápidamente si tienen la cabeza metida en el portátil

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Qué leer a continuación: Habla como TED, de Carmine Gallo

Como hemos visto en este resumen, actuar en público no tiene por qué ser un calvario. Aplica los consejos de actuación de Michael Port y puede que incluso te encuentres deseando subirte al estrado y pronunciar ese discurso de la conferencia. Sólo queda una cosa: crear tu propio contenido convincente.

¿Cómo? Bueno, siempre merece la pena seguir el ejemplo de los que mejor lo hacen. Eso es precisamente lo que se propuso hacer Carmine Gallo cuando escuchó más de 500 charlas TED y analizó sus características y estrategias de presentación comunes. ¿Qué hace que estas charlas sean tan influyentes y atractivas? Echa un vistazo a nuestro resumen de Habla como TED para averiguarlo!