Síndrome de la maquiladora de México
••• México acaba de empezar a celebrar su bicentenario, que, mucha gente no se da cuenta, en realidad marca dos hitos: 200 años de independencia del dominio colonial y 100 años desde la Revolución Mexicana de 1910. El 15 de septiembre de 2010, a medianoche, vi al presidente Felipe Calderón en Ciudad de México repetir en Ciudad de México el famoso llamado a las armas de Miguel Hidalgo, _El Grito_, que termina con tres gritos de _¡Viva México!_ Me sentí orgulloso de ser mexicano y, una vez más, me pareció injusto que México todavía no fuera considerado uno de los miembros de las naciones BRIC, a pesar de que acrónimos como BRIMC y CRIMB han aparecido de vez en cuando. Sin embargo, por la dura realidad de la luz del día, debo admitir que no es un error excluir a México de ningún grupo de economías de rápido crecimiento como el BRIC. En 1994, cuando México firmó el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, parecía que se convertiría rápidamente en una de las economías más grandes del mundo, pero no ha cumplido esa promesa. Mi país se enfrenta hoy a varios problemas: la ausencia de líderes políticos en los que la gente pueda confiar; la corrupción sistémica que, según algunas estimaciones, llega al 20% del PIB; la delincuencia organizada, principalmente el tráfico de drogas, que se ha convertido en el empleador de elección debido al alto desempleo; y un fuerte aumento de El consumo de narcóticos debido a una mayor oferta y una mejor distribución. Sobre todo, hay una gran escasez de empresas innovadoras. Hace dos décadas, cuando surgieron advenedizos mexicanos como Cemex, Femsa, Modelo, Telmex, Gruma, Alfa y Bimbo, parecía que México había engendrado un cuadro de derrotadores mundiales. Cemex fue probablemente la primera multilatina del mundo, una empresa con sede en América Latina con presencia mundial. Las primeras multilatinas mexicanas crecieron rápidamente e incluso hoy representan alrededor del 5% del PIB del país. Sin embargo, la tendencia se ha extinguido y no han surgido más multilatinas en el país. ¿Por qué? Bueno, estoy convencido de que México ha sido víctima del síndrome de la maquiladora. El término _maquiladora_ proviene de la antigua práctica de tener que pagar una parte del molinero, o _maquila_, para procesar el grano. Hace décadas, el gobierno mexicano lanzó un Programa de Industrialización Fronteriza, conocido comúnmente como Programa Maquiladoras, que permitía a las empresas extranjeras establecer fábricas orientadas a la exportación en México. Durante los cinco años anteriores al TLCAN, el empleo en estas fábricas creció alrededor de un 45%; luego aumentó alrededor de un 90% durante los próximos cinco años debido a la disponibilidad de mano de obra barata, la devaluación del peso y los cambios en los aranceles estadounidenses. Aunque la industria maquiladora sufrió debido a la recesión de 2000, su producción constituyó el 54% del comercio entre Estados Unidos y México en 2004 y, en 2005, representaba el 50% de las exportaciones de México. Cuando las empresas extranjeras empezaron a invertir fuertemente en fábricas del país, hipnotizaron a académicos, empresarios y ejecutivos mexicanos pero, sin darse cuenta, la tendencia se convirtió en un problema importante. De las diversas funciones de una empresa, solo unas pocas están presentes en una maquiladora: Operaciones, gestión de recursos humanos y contabilidad. La alta dirección se centra normalmente en reducir los costes (reducir el denominador) y se centra en la calidad y las entregas a tiempo. México se convirtió en el hogar de varias plantas de fabricación de primer nivel y empresas de todo el país han aplicado las mejores prácticas en sus operaciones. Las universidades también se han infectado y sus planes de estudios hacen hincapié en las mejores técnicas de fabricación. Esto ha provocado el descuido de otras áreas de la gestión, como la estrategia, las operaciones de tesorería, la I+D y, por supuesto, la innovación. En otras palabras, los empresarios mexicanos descuidan el numerador, que es la palanca que permite a las empresas aumentar los ingresos a través de la innovación tecnológica y del modelo de negocio. Toda una generación no ha aprendido a ser innovadora ni estratégica. En los últimos tiempos, la industria maquiladora de México ha empezado a perder ante países con fuerzas laborales aún más baratas como China, Malasia, India y Vietnam. Los responsables políticos de esos países pueden querer recordar la experiencia de México, pero el cambio puede no ser malo si obliga a las empresas mexicanas a aumentar el numerador haciéndose más innovadoras y estratégicas para los próximos 200 años.