Por qué las previsiones económicas son tan difíciles en tiempos de pandemia
Desde que comenzó la pandemia de la COVID-19, se ha producido una divergencia repentina y masiva en las proyecciones macroeconómicas. Por ejemplo, a principios de febrero, el diferencial entre las previsiones de crecimiento económico para el segundo trimestre en EE. UU. era de 3,5 puntos porcentuales, según los datos de FocusEconomics. Para el 29 de abril, la previsión más optimista de las 28 instituciones de nuestra encuesta semanal sobre el coronavirus era que la economía estadounidense se contraía un 8,2%. Los más pesimistas proyectaron una enorme contracción del 65,0% (un diferencial de 56,8 puntos porcentuales), con una media del -31,4%. La divergencia se debe a tres razones: en primer lugar, el impacto económico y la velocidad de los cambios de política nunca han sido tan altos. En segundo lugar, la pandemia está socavando la fiabilidad de los datos económicos. Por último, los pronosticadores económicos tienen que ahondar en el desconocido mundo de la epidemiología.
••• La pandemia de coronavirus ha introducido una incertidumbre extrema en casi todos los aspectos de la sociedad. ¿Aguantarán los sistemas de salud? ¿Desarrollarán los científicos una vacuna? ¿Están seguros los trabajadores esenciales? ¿Cuándo pueden volver a la oficina los empleados habituales? Las respuestas a estas preguntas, cuando hay respuestas, parecen cambiar a diario. Y con cada cambio, el mercado de valores (y nuestras esperanzas) sube o baja. Desde que comenzó la pandemia de la COVID-19, hemos visto cómo una incertidumbre generalizada se ha manifestado en una divergencia repentina y masiva en las proyecciones macroeconómicas. Por ejemplo, a principios de febrero, el diferencial entre las previsiones de crecimiento económico para el segundo trimestre en EE. UU. era de 3,5 puntos porcentuales, según los datos de FocusEconomics. Para el 29 de abril, la previsión más optimista de las 28 instituciones de nuestra encuesta semanal sobre el coronavirus era que la economía estadounidense se contraía un 8,2%. Los más pesimistas proyectaron una enorme contracción del 65,0% (un diferencial de 56,8 puntos porcentuales), con una media del -31,4%. Si bien la mayoría de las instituciones esperaban un repunte en el tercer trimestre, algunas registraron nuevas caídas. Y en el cuarto trimestre, aunque todos los economistas proyectaron algún tipo de crecimiento, las previsiones oscilaron entre un mínimo del +1,1% y un máximo del +70,0%. Los diferenciales observados en las últimas semanas son, con mucho, los más amplios registrados desde que empezamos a cubrir EE. UU. hace una década. Si observamos los países con un horizonte temporal más largo, el diferencial de previsión actual entre los analistas es mucho mayor que en ningún otro momento de los últimos 20 años y está muy por encima del registrado durante el punto álgido de la crisis financiera, el último período de incertidumbre mundial extrema y prolongada. Por ejemplo, durante la crisis financiera de 2008, tanto en Brasil como en México el diferencial de las previsiones anuales del PIB se amplió hasta cerca de los seis puntos porcentuales, antes de volver a estar por debajo de los tres durante la mayor parte de la década de 2010. El diferencial de puntos porcentuales supera ahora con creces los siete puntos porcentuales. ### **¿Por qué tanta divergencia?** La respuesta breve a por qué hay tanta divergencia es que nadie sabe con certeza lo que va a pasar. Profundizando, tres factores clave están causando especiales dificultades a los pronosticadores. En primer lugar, el impacto económico y la velocidad de los cambios de política nunca han sido tan altos. En tiempos normales, se puede confiar en la mayoría de los gobiernos para, al menos, intentar fomentar el crecimiento económico y preservar el empleo. Sin embargo, hoy están provocando recesiones deliberadamente para salvar vidas, y las medidas de contención están aplastando la actividad nacional. El simple hecho de calcular mal la fecha de finalización de un bloqueo nacional en un par de semanas hace que las previsiones del PIB anual sean completamente descabelladas. Además, los proyectos de ley que, por lo general, aguantan meses de ping-pong parlamentario, se apuran en las legislaturas en días, mientras los gobiernos y los bancos centrales se apresuran a responder al rápido avance del virus. Muchos gobiernos han adoptado poderes de emergencia que les permiten gobernar por decreto. Es más, el estímulo fiscal y monetario que se anuncia para paliar la recesión empequeñece a los observados durante la crisis financiera. Para los pronosticadores económicos, mantenerse al día con la constante oleada de medidas e incorporarlas correctamente a los modelos plantea desafíos. En segundo lugar, la pandemia está socavando la fiabilidad de los datos económicos, la base de cualquier buen modelo macroeconómico. En particular, los datos basados en encuestas de empresas y hogares se están viendo perjudicados, ya que las medidas de bloqueo reducen las tasas de respuesta, lo que amplifica el error de muestreo. Oficina de Estadísticas Laborales de los Estados Unidos[datos de marzo](https://www.bls.gov/news.release/archives/empsit_04032020.htm), por ejemplo, las tasas de respuesta de los establecimientos y los hogares cayeron nueve y 10 puntos porcentuales, respectivamente, en relación con su media reciente. Paul Donovan, economista jefe de UBS Global Wealth Management, explicó el problema de esta manera: «Si rellena formularios de encuesta durante un confinamiento, es probable que sea una persona poco común y, posiblemente, no representativa. La opinión afecta a las respuestas a las encuestas. Los datos, como la inflación de los precios al consumidor, incluyen los precios de los restaurantes, pero los restaurantes están cerrados. ¿Qué pasa cuando inspecciona algo que no está ahí? Es probable que el gasto en línea haya aumentado durante los confinamientos. Es posible que el gasto en línea siga aumentando una vez finalizados los bloqueos. Puede que no se refleje correctamente en los datos oficiales». La tercera razón por la que los modelos divergen tanto es porque los pronosticadores económicos tienen que ahondar en el desconocido mundo de la epidemiología para entender mejor la probable evolución del brote de coronavirus en cada país. Sin embargo, esto es un desafío incluso para los expertos en salud. Predecir el alcance y la eficacia de las futuras intervenciones de salud pública, o la forma en que los sistemas de salud responderán ante la presión, es difícil, especialmente para los países que se encuentran en las primeras etapas de la epidemia. No hay un calendario firme para la llegada de tratamientos o vacunas que cambien las reglas del juego, ni hay claridad sobre la probabilidad o la gravedad de una segunda ola de casos. ### **Gestionar la incertidumbre** La divergencia en las previsiones económicas debería reducirse un poco en el futuro. Se aclarará más la eficacia de los estímulos recientes y es probable que cualquier otra medida fiscal o monetaria tenga un alcance más modesto. El levantamiento gradual de los confinamientos facilitará la recopilación de datos económicos. Nuestros conocimientos sobre el virus y su propagación mejorarán. Sin embargo, volver a los niveles de incertidumbre económica anteriores al virus tendrá que esperar hasta que se encuentre una solución duradera a la pandemia, probablemente en forma de vacuna. Si bien la pandemia de coronavirus representa un desafío único para los pronosticadores macroeconómicos, la profesión se ha enfrentado a choques igualmente profundos en el pasado y ha salido fortalecida. La crisis financiera mundial de 2008 hizo que la mayoría de los economistas se durmieran la siesta. Sin embargo, los conocimientos adquiridos en áreas como la economía del contagio financiero y el impacto de las medidas monetarias no convencionales han mejorado la calidad de los modelos de previsión actuales. Del mismo modo, la COVID-19 arrojará nueva luz sobre áreas como la economía del comportamiento (la forma en que el miedo al contagio afecta al gasto de los consumidores, por ejemplo) y los efectos económicos de una política fiscal radical. Los conocimientos adquiridos podrían hacer que la incertidumbre de las futuras crisis económicas, cuando y como quiera que se produzcan, sea un poco menos extrema.