Por qué es importante la ética en una recesión
••• Cuando los tiempos se ponen difíciles, muchas empresas juegan reflexivamente todo cerca del chaleco. Los ejecutivos a menudo dejan de compartir información con nadie por temor a que cualquier dato que demuestre debilidad pueda hacer que los empleados se vayan, los clientes que huyan y los inversores vendan. Estos temores distorsionan el pensamiento, dañan las relaciones y llevan a algunos directivos por la resbaladiza pendiente de las mentiras piadosas y el engaño. Cuando la economía o su negocio se hunden, la respuesta adecuada es no comprometer los principios éticos. Es para reafirmarlos. Si bien dan miedo en los tiempos difíciles, la veracidad y la transparencia son siempre una estrategia ganadora. Hacer lo correcto cuando se siente tentado a no enviar un mensaje poderoso y duradero. Cuando el mercado de las puntocom bajó el fondo a principios de siglo, Outcome Software, que fundé, se vio muy afectado. Aunque habíamos recaudado 10 millones de dólares en capital de riesgo, el efectivo se estaba acabando. Los capitalistas de riesgo, ansiosos por recuperar su dinero, intervinieron. Me pidieron que me mantuviera en secreto la crisis financiera que se avecina, no fuera que la empresa perdiera ingenieros de software clave por otras empresas más seguras. Pero rechacé este engaño. Desde la perspectiva de los capitalistas de riesgo, el hecho de decir a los empleados toda la verdad (esta crisis puso en peligro sus futuros cheques de pago) privó a la empresa de una posibilidad adicional de éxito. Pero les dije a los capitalistas de riesgo lo contrario: la verdad permitía a los empleados abordar una decisión que tenían que tomar por sí mismos. Había experimentado el poder de decir toda la verdad como una forma de transformar las relaciones durante los primeros años de la empresa emergente. Antes de la financiación de riesgo, de vez en cuando me quedaba sin efectivo. Cada mes, hablé abiertamente con los empleados sobre las finanzas, las perspectivas de venta y, si fuera necesario, la posibilidad de que a nadie le pagaran. La política en caso de restricción del flujo de caja era explícita: si la empresa no podía pagar la nómina, los fundadores no cobrarían el salario el primer mes, el resto del equipo directivo se uniría a ellos el segundo mes y, si el problema persistía, todos los empleados se quedarían sin salario el tercer mes. Tres veces en tres años, tuve que invocar la política de congelación de cheques de pago, una vez con una duración de cuatro meses. Pero a pesar de todo, solo una de cada docena de personas renunció (una madre soltera). En lugar de socavar mis relaciones con los demás, decir toda la verdad fortaleció los lazos de equipo. Capear tres tormentas financieras como grupo generó una tremenda lealtad y un sentido de propiedad. Esta historia transmite una sorprendente lección sobre el poder de la ética. Los empresarios a menudo se preguntan: «¿Qué es lo correcto?» Pero los principios éticos se pueden utilizar no solo para determinar lo correcto, sino también cómo hacerlo mejor. En tiempos difíciles, hacerlo mejor (tratar a los demás de manera más honesta y abierta de lo que esperan que los traten a ellos) construye las relaciones duraderas en la base del éxito personal y empresarial.