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El hombre, la máquina y el trabajo

por Adi Ignatius

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Obra de arte: Gordon Bennett, BORG 3, 2010, madera, metal, baquelita, vidrio, plástico, caucho, pintura

Su miedo a los robots es totalmente razonable. La cultura popular nos ha bombardeado con imágenes inolvidables de diabólicos autómatas. Son asesinos (HAL en 2001: Una odisea del espacio); son arrogantes (guapa en la de Isaac Asimov) Yo, Robot); y, más concretamente, nos roban el trabajo (los droides de la casa de Karel Čapek) R.U.R., la obra de 1920 que acuñó la palabra «robot»).

HBR ha considerado la amenaza robótica a lo largo de los años, sobre todo en un Artículo de 1981 del experto laboral Robert Schrank. Escrito como una parábola, el artículo imaginaba lo que pasaría con la fuerza laboral una vez que los robots se hicieran cargo. A Schrank se le ocurrió un giro novedoso: «Los obreros podían comprar sus propios robots y los robots trabajarían para ellos. Algo así como un medallón de taxi de Nueva York».

Todo esto pone de manifiesto el June Spotlight: «Hombre y máquina». En el artículo principal Tom Davenport, profesor del Babson College, y Julia Kirby, editora general de HBR, reconocen su temor de que las máquinas desplacen incluso a los trabajadores del conocimiento. Pero ofrecen esperanza, junto con consejos sobre cómo mantenerse relevante: «Convierta la carrera con la máquina en un relevo en lugar de en una carrera».

También escuchamos a Erik Brynjolfsson y Andrew McAfee, coautores de La segunda era de las máquinas. En una entrevista sostienen que las tecnologías digitales producirán más prosperidad que los motores de la Primera Era de las Máquinas, pero que no todos los trabajadores se beneficiarán. Aunque los buenos empleos se mantendrán en la gama alta, otros podrían estar en riesgo. «Yo-Yo Ma no será reemplazado pronto por un robot, pero desde el punto de vista financiero, no me gustaría ser el centésimo mejor violonchelista del mundo», afirma McAfee.

Suponiendo que un desplazamiento a gran escala sea inevitable, ¿disfrutaremos trabajando con nuestros colegas robots? Walter Frick, editor asociado de HBR intenta responder a esa pregunta analizando las últimas investigaciones. Su conclusión: confiamos más en los robots cuando se parecen a nosotros, siempre y cuando no lo hagan actuar demasiado como nosotros.