Los costos del «daltonismo» racial
••• Es una tendencia natural, demostrada una y otra vez en la investigación: cuando ve a una persona nueva, una de las primeras cosas que nota es su raza. Sin embargo, en la vida empresarial, normalmente fingimos que _no_ darse cuenta de un comportamiento que se llama «daltonismo», porque queremos reducir nuestras probabilidades de mostrar prejuicios o discriminación, o de parecer que hacemos cualquiera de las dos cosas.
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Los costos del daltonismo racial
Nuestra investigación, realizada con nuestro colega Sam Sommers, de la Universidad de Tufts, demuestra que el enfoque daltónico tiene inconvenientes. En una serie de experimentos, descubrimos que cuando la gente evitaba referirse a la raza en situaciones en las que se pedía a gritos que la mencionaran, otras personas las percibían como _más_ con prejuicios raciales que si hubieran sacado el tema. Pedimos a 30 participantes adultos blancos que hicieran el papel de quien pregunta en una versión del juego infantil ¿Adivina quién? Cada uno estaba emparejado con un compañero (algunos socios eran blancos y otros negros) al que se le asignó un rostro objetivo de una hoja con fotos de 32 rostros. Se dijo a los participantes que hicieran preguntas a sus parejas sí o no («¿La persona tiene bigote?» «¿La persona tiene los ojos azules?») para tratar de identificar la cara objetivo, con el objetivo de hacerlo con el menor número de preguntas posible. La mitad de las caras de cada hoja eran blancas y la mitad eran negras. Obviamente, una de las formas más rápidas de centrarse en el objetivo sería preguntar sobre la raza, la respuesta eliminaría la mitad del campo. Pero los que preguntaban tendían a rehuir esa estrategia, sobre todo cuando sus parejas eran negras: por ejemplo, solo el 57% de los que jugaban con una pareja blanca y el 21% de los que jugaban con una pareja negra usaron la palabra «negros» o «afroamericanos» en una pregunta. Y las personas que lo hicieron parecían incómodas y ansiosas. Tras el ejercicio, pedimos a otro grupo (todos blancos) que evaluara el rendimiento de las preguntas. Los resultados fueron sorprendentes: estos observadores externos tendían a percibir a los interrogadores que habían ignorado la raza como más sesgados que los que habían preguntado al respecto. En otro experimento, pedimos a participantes blancos de diferentes edades que jugaran al juego, tomando de nuevo el papel de interrogador. Observamos que evitar la raza como identificador parece ser un comportamiento aprendido: aunque muchos participantes menores de 10 años preguntaron sobre la raza, los mayores de 10 años generalmente no lo hicieron. En lugar de evitar la raza, las empresas inteligentes la afrontan de frente, y reconocen que «adoptar la diversidad» significa reconocer _todo_ carreras, incluida la mayoría, para evitar mostrar preferencias o crear una reacción violenta. Por ejemplo, la cumbre anual de la diversidad de Time Warner no es solo para personas de color (o mujeres), también está poblada por hombres blancos. Hablar de raza puede resultar incómodo, pero con el tiempo, más empresas descubrirán que hacerlo suele ser mejor que fingir que no existe.