Lidiar con la decepción
Las decepciones son inevitables y la forma en que las afrontamos suele ser un momento decisivo de nuestras vidas. La forma en que respondemos a la decepción suele estar influenciada por nuestra educación; algunas personas buscan evitar la decepción con un rendimiento inferior (fijar sus expectativas permanentemente bajas), mientras que otras buscan evitarla con un rendimiento superior (fijar sus expectativas inalcanzablemente altas). Independientemente de la forma en que nos inclinemos, podemos aprender a responder de manera saludable a la decepción adoptando un estilo de afrontamiento que busque entender lo que ha sucedido, compruebe si nuestras expectativas eran razonables, reevalúe nuestras percepciones y comportamientos y busque soluciones positivas en lugar de insistir en el pasado. La introspección puede ser útil, pero la reflexión no lo es a menudo. Aunque la decepción es inevitable, desanimarse siempre es una opción.
••• Robert no sabía qué pensar. ¿Cómo pudo haber juzgado tan mal la situación? Se sentía enfadado, triste y traicionado. Debido a su inminente jubilación, Robert había preparado cuidadosamente un sucesor para que se hiciera cargo de su proyecto clave. Los ejecutivos de la empresa le aseguraron que estaban de acuerdo con su elección. Pero cuando llegó el momento, vetaron a su candidato. En cambio, nombraron a otra persona para que tomara la iniciativa, alguien en quien Robert no confiaba para continuar con el trabajo que había sido la culminación de su carrera. Robert se quedó dándose una patada por no verlo venir. La sensación de inutilidad y desconcierto era casi demasiado difícil de soportar. Mucha gente supera con éxito sus decepciones. De alguna manera, tienen la fuerza para hacer balance de lo que les ha sucedido, aprender del incidente y seguir adelante. Salen de esas decepciones con más fuerza. Pero otros, como Robert, tienen dificultades. En estos casos, la decepción puede incluso convertirse en depresión. ¿Cómo podemos aprender a gestionar nuestras decepciones de forma eficaz? ### **Gestionar las expectativas** Alguien dijo una vez: «La expectativa es la raíz de todo dolor». La cita reconoce que cuando nos decepcionamos, nuestras esperanzas y expectativas no se ajustan a la realidad. Todos nos sentimos así de vez en cuando. Algunas de estas decepciones no harán mucha diferencia, pero también hay decepciones que pueden cambiar el curso de nuestras vidas. Dada la intrincada naturaleza del deseo, no hay experiencias que estén totalmente exentas de decepciones. Esto es lo que hace que la decepción sea una sensación tan compleja y confusa. Muchos de los deseos que perseguimos son inconscientes, sublimados y, con frecuencia, contradictorios. Paradójicamente, puede que incluso nos decepcione cuando consigamos lo que queremos. Por ejemplo, en el ensayo de Sigmund Freud de 1916»[Algunos tipos de personajes encontrados en la obra psicoanalítica,](https://en.wikipedia.org/wiki/Some_Character-Types_Met_with_in_Psycho-Analytic_Work)», exploró la paradoja de las personas que estaban «arruinadas por el éxito». Inconscientemente, estas personas creían que su éxito no estaba justificado, por lo que lograrlo no les pareció satisfactorio. En otros casos, incluso cuando consigamos lo que queremos —y creamos que nos lo merecemos—, podemos descubrir que lo que tanto deseábamos no nos trae la felicidad y la felicidad esperadas. ### **Influencias en el desarrollo** La forma en que gestionamos las decepciones está relacionada con nuestro historial de desarrollo: nuestra relación con nuestros padres y otras experiencias tempranas y formativas. Algunas personas buscan evitar la decepción convirtiéndose en personas de bajo rendimiento. Inconscientemente ponen el listón bajo y evitan correr riesgos, para evitar que ellos o los demás se decepcionen. Sin darse cuenta, han decidido que la mejor estrategia es no tener grandes expectativas en nada. Ese comportamiento se convierte en una forma de autoconservación. Sin embargo, también lleva a una vida mediocre e insatisfactoria. Irónicamente, estas personas suelen convertirse en decepciones para todo el mundo, incluidos ellos mismos. Otros, que siguen una trayectoria muy diferente, buscan evitar las decepciones convirtiéndose en personas con un rendimiento superior. Aunque se dicen a sí mismos que sus expectativas de perfección son apropiadas y realistas, resulta que estas suposiciones no son ciertas en absoluto. El listón está demasiado alto como para hacer que lo que quieren lograr sea alcanzable. Se olvidan de que el perfeccionismo rara vez genera perfección o satisfacción; en cambio, con demasiada frecuencia lleva a la decepción. Por supuesto, también hay personas con un historial de desarrollo más equilibrado. Estas personas normalmente tenían padres que no trataban de ser perfectos y tampoco esperaban que sus hijos lo fueran. Al ser padres «lo suficientemente buenos», crearon una base segura para sus hijos. Estos niños se sienten seguros en sus relaciones, apoyados más que controlados y son capaces de jugar, explorar y aprender, adquiriendo así la fuerza interior necesaria para hacer frente de manera constructiva a los inevitables reveses que se les presentarán en su viaje por la vida. Si bien es útil saber en qué dirección nos inclinamos, nuestro historial de desarrollo no es nuestro destino. Sea cual sea nuestro historial de desarrollo (tener una base segura o no), la decepción puede proporcionarnos información valiosa sobre nuestras creencias sobre nosotros mismos, las demás personas y lo que nos hace felices. ### **Estilos de afrontamiento** Las grandes decepciones suelen ser momentos decisivos en la vida de las personas. Abordar la decepción de manera constructiva puede ser un proceso autocurativo que puede contribuir al crecimiento personal y aumentar la resiliencia. Tomemos a Winston Churchill como ejemplo. Al principio de su carrera, la desastrosa Primera Guerra Mundial[campaña militar en Galípoli](https://www.history.com/news/winston-churchills-world-war-disaster) lo obligó a renunciar a su cargo de Primer Lord del Almirantazgo. Churchill había ideado un plan (más tarde llamado «La locura de Churchill») para enviar una flota a través del estrecho de los Dardanelos y capturar Constantinopla (actual Estambul), lo que, según él, haría que la Turquía otomana abandonara la guerra. Pero el plan fracasó rotundamente y murieron decenas de miles. Churchill fue deshonrado y degradado. Para hacer frente a esta calamidad y a la posterior humillación, volvió a centrar su atención y su energía en la política. Seis meses después de su degradación, se convirtió en oficial de infantería y se unió a la lucha en Francia. Durante su tiempo fuera del centro de atención de la política, pensó en lo que le había sucedido y en lo que le había enseñado sobre cómo hacer frente a los desafíos de la vida. Si bien al principio se sintió abrumado por lo que él llamaba su «perro negro de la depresión», Churchill se dio cuenta de que era mucho más constructivo replantear sus decepciones como experiencias de aprendizaje para poder afrontarlas mejor en el futuro y utilizar la decepción como catalizador del crecimiento personal. Esa introspección le proporcionó nueva información sobre sí mismo, el mundo y los demás. Demasiadas personas, cuando se enfrentan a una decepción, tienden a atribuir los acontecimientos negativos de la vida a sus defectos personales. Recurren a la autoculpa obsesiva, ya que se sienten avergonzados o humillados por no estar a la altura de la imagen de su yo ideal. Como resultado, dirigen su enfado _hacia adentro_, para sí mismos. Puede que les pida decir que se lo merecían, que no eran lo suficientemente buenos. Otros, sin embargo, cambiarán su enfado _hacia fuera_ hacia los demás, hacia las personas que no cumplieron sus expectativas. Contribuirá a los sentimientos de rencor, venganza y amargura. Lamentablemente, ambas reacciones emocionales mantienen a la persona atrapada en una red de decepciones. En muchos casos, la decepción puede convertirse en una tristeza persistente: una sensación de pérdida, de decepción o incluso de traición. En particular, este es el caso cuando la decepción la han causado personas en las que confiaban profundamente, como en el caso de Robert. ¿Cómo podemos superarlo? ### **Superar la decepción** Por desagradables que sean las decepciones, siempre podemos aprender algo de ellas. Para hacer frente a la decepción de manera constructiva, primero tenemos que entender lo que ha sucedido. Algunos casos de decepción son predecibles y evitables. Pero hay otras que son inevitables y están fuera de nuestro control. Para gestionar la decepción, tenemos que diferenciar entre las situaciones que están bajo nuestro control y los factores que están fuera de nuestro control. Ser capaz de reconocer la diferencia nos ayudará a gestionar nuestras frustraciones de manera más adecuada. También tenemos que comprobar si nuestras expectativas son razonables. ¿Tenemos expectativas demasiado altas y, por lo tanto, apuntamos demasiado altas? ¿O nos estamos fijando objetivos demasiado bajos? Si pertenece a ese grupo de personas que fijan sus expectativas demasiado altas, trabajar de forma constructiva ante las decepciones puede ayudarle a modificar las expectativas. Puede que aprenda a alejarse de los estándares perfeccionistas; puede que empiece a aceptar lo que es «lo suficientemente bueno». Para aquellos que han puesto el listón demasiado bajo, lo que deberían dejar de hacer es aferrarse a falsas creencias sobre la vida, como: «No hay más esperanza» o «Nada me funciona nunca». Evitar las decepciones no es posible en la vida; intentar hacerlo no es una forma muy constructiva de afrontar los desafíos de la vida. Cuando las decepciones se producen con regularidad, puede que sea recomendable volver a evaluar nuestras percepciones y comportamientos. Podemos comprobar si estamos provocando una decepción. ¿Podríamos haber dejado más claro en nuestra comunicación lo que esperábamos de los demás? ¿Sabemos realmente lo que esperamos de nosotros mismos? ¿Escuchamos lo que nos dicen los demás? ¿Podríamos haber hecho algo diferente para llegar a un resultado diferente? Además, dado lo que sabemos de nosotros mismos, ¿cómo podemos ajustar nuestras expectativas para ser más eficaces la próxima vez? ¿Y qué apoyo y recursos tenemos a nuestra disposición para ayudarnos a superar nuestros sentimientos de decepción con éxito? Para hacer frente a la decepción de manera constructiva, no deje que se deteriore hasta convertirse en apatía y depresión. La reflexión negativa sostenida no es una receta para el cambio. Cuando nos preocupan las malas noticias, perdemos de vista lo que es correcto en nuestras vidas y en el mundo que nos rodea. Solo internalizamos los sentimientos de tristeza e enfado. Aferrarse a estos sentimientos puede hacer que, inconscientemente, los hagamos parte de nuestra identidad. Cuando nos demos cuenta de que pensamos negativamente, debemos redirigir nuestra energía y centrarnos en soluciones positivas. Aunque desde una perspectiva inconsciente podemos mostrarnos reacios a dejar de lado una experiencia decepcionante, a la larga será más perjudicial seguir aguantando. Cuando nos preocupamos demasiado por pensar en situaciones que no han cumplido nuestras expectativas, solo generamos estrés innecesario. La decepción no pretende destruirnos. Si se toma con calma, puede fortalecernos y hacernos mejores. A pesar de su devastador impacto emocional, podemos incluso considerar los encuentros con la decepción como viajes hacia una mayor perspicacia y sabiduría. Pero para que estos viajes de autorreflexión y reevaluación tengan sentido, tenemos que mirar más allá de la superficie. Solo trabajando a través de asociaciones dolorosas nos liberaremos de ellas. A pesar de las experiencias decepcionantes que se nos presenten, nuestro desafío será no dejar que la amargura se arraigue. Haríamos bien en tener en cuenta que, aunque la decepción es inevitable, desanimarse siempre es una opción. _Nota del editor: Una versión anterior de este artículo atribuía erróneamente la cita «La expectativa es la raíz de todo dolor» a William Shakespeare. Si bien HBR.org no es el primero en cometer ese error, hemos actualizado la atribución para evitar que otros la repitan._