Libere el valor oculto de sus datos
Resumen.
Ahora se acepta ampliamente que la gran cantidad de datos que generan las empresas representa un enorme repositorio de valor potencial. Este valor es monetario y también social; contiene un enorme potencial para impactar el bien público. Pero, ¿saben las organizaciones —y nosotros como sociedad— cómo liberar este valor? ¿Sabemos cómo encontrar las ideas ocultas en nuestros áticos digitales y utilizarlas para mejorar la sociedad y la vida de las personas? En este artículo se describen cuatro pasos que podrían ayudar a las organizaciones a maximizar sus activos de datos para el bien público. Si hay un tema general, se trata del valor de reutilización de datos. En los últimos años se ha producido un creciente movimiento de datos abiertos, en el que los conjuntos de datos previamente almacenados en silos se han hecho accesibles a grupos externos. A pesar de la inquietud ocasional por parte de los titulares de datos, las investigaciones han demostrado sistemáticamente que tales iniciativas pueden mejorar el valor tanto para los titulares de datos como para la sociedad.
Hace veinte años, Kevin Rivette y David Kline escribieron un libro sobre el valor oculto que contienen las patentes infrautilizadas de las empresas. Estas patentes, argumentaron Rivette y Kline, representaban «Rembrandts en el ático» (el título de su libro). Las patentes, sugirieron los autores, no deberían considerarse meramente como propiedades pasivas, sino como activos estratégicos: un «nueva moneda» que podrían implementarse en la búsqueda de la competencia, la reputación de la marca y los avances en investigación y desarrollo.
Seguimos viviendo en la economía del conocimiento y las organizaciones siguen tratando de descubrir cómo desbloquear los activos infrautilizados. Pero la moneda ha cambiado: los Rembrandts de hoy en el ático son datos.
Ahora se acepta ampliamente que la gran cantidad de datos que generan las empresas representa un enorme repositorio de valor potencial. Este valor es monetario y también social; contiene un gran potencial para impactar en el bien público. Pero, ¿saben las organizaciones —y nosotros como sociedad— cómo liberar este valor? ¿Sabemos cómo encontrar las ideas ocultas en nuestros áticos digitales y utilizarlas para mejorar la sociedad y la vida de las personas?
En lo que sigue, describo cuatro pasos que podrían ayudar a las organizaciones a maximizar sus activos de datos para el bien público. Si hay un tema general, se trata del valor de reutilización de datos. En los últimos años se ha producido un crecimiento movimiento de datos abiertos, en el que los conjuntos de datos gubernamentales previamente agrupados se han puesto a disposición de grupos externos. A pesar de la inquietud ocasional de los titulares de los datos, investigación ha demostrado sistemáticamente que tales iniciativas pueden aumentar el valor tanto para los titulares de datos como para la sociedad. Lo mismo ocurre con los activos de datos del sector privado. Una reutilización mejor y más transparente de los datos es sin duda la medida más importante que podemos tomar para liberar este doble potencial.
Para ayudar a maximizar los datos para el bien público, necesitamos:
Desarrollar metodologías para medir el valor de los datos. Para aprovechar el potencial de los datos, las partes interesadas deben llegar a comprender mejor lo que entendemos por valor. A pesar del consenso generalizado de que los datos son valiosos, no existe un método igualmente aceptado para calcular ese valor. Una consideración importante es decidir qué variables o índices utilizar. Si bien los datos pueden tener valor monetario, también pueden tener lo que informe reciente del Instituto Bennett de Políticas Públicas se refiere al valor de «bienestar social», lo que significa que compartir datos podría contribuir al «bienestar de toda la sociedad».
Estas dos formas de valor —social y monetario— pueden existir a veces en un delicado equilibrio. Por ejemplo, al reutilizar los datos, una organización puede renunciar a una cierta ventaja financiera (o incurrir en un costo de oportunidad) aunque contribuya al bienestar social más amplio. Para guiar decisiones tan difíciles, los responsables políticos y la sociedad en general deben determinar métricas de valoración más amplias y considerar cómo interactúan y, a veces, chocan varias métricas. Necesitamos, por ejemplo, orientación sobre cuándo las agencias de salud pública o estadísticas deben tener acceso preferencial o gratuito a los datos del sector privado, como los datos de movilidad, y cuándo sería legítimo para las empresas exigir precios de mercado para acceder a estos datos. Además del valor social y monetario, otras métricas a tener en cuenta incluyen los posibles daños que pueden resultar de la publicación o el intercambio de datos, y los costos de oportunidad de no reutilizar datos, por ejemplo, si se pueden salvar vidas compartiendo ciertos datos durante un desastre. Todas estas métricas coexisten en un delicado equilibrio. Si se consideran conjuntamente, pueden ayudar a las organizaciones a determinar el verdadero valor de los datos.
Desarrollar estructuras para incentivar la colaboración. A diferencia de los activos físicos, los bienes de datos no son rivales e intangibles, lo que significa que pueden compartirse sin privar a sus titulares originales de beneficios. Por lo tanto, el proceso de maximizar los activos de datos infrautilizados implicará a menudo a diferentes partes interesadas que trabajen juntas para crear nuevas perspectivas y oportunidades. Por ejemplo, los datos sobre los hábitos de viaje de los consumidores propiedad de una plataforma de redes sociales pueden ser reutilizados por una organización de la sociedad civil para rastrear la propagación de enfermedades y pandemias. Esta colaboración representa lo que Mariana Mazzucato, en un contexto algo diferente, llama «co-creación» de valor.
Pero para fomentar esa cocreación, necesitamos instituciones y estructuras que nos permitan ir más allá de los modelos actuales de propiedad de datos, que hacen hincapié en el acaparamiento y la extracción de valor. En otros lugares he defendido un mayor uso de» colaborativas de datos», que puede facilitar el acceso funcional a los datos para su reutilización (discuto este término más adelante). Además, el intercambio también requerirá nuevas formas de gestión de datos y condiciones de reutilización, especialmente el uso de nuevas acuerdos de colaboración y disposiciones sobre licencias. En términos más generales, los defensores de un mayor acceso a los datos podrían beneficiarse si tomaban prestada una página del movimiento del software de código abierto, que ha desarrollado un modelo de negocio sólido, basado en políticas e instrumentos jurídicos innovadores, para fomentar un espíritu de colaboración y aprendizaje entre pares.
Fomente las colaboraciones de datos. Las colaboraciones de datos son una forma emergente de asociación público-privada que permite compartir y co-crear valor. Pueden implicar, por ejemplo, colaboraciones informales y temporales entre una empresa y un grupo de investigación académica u organización de la sociedad civil, y permitir que los datos se vuelvan a utilizar, normalmente de forma anónima y con una intención específica.
En la actualidad existen varios ejemplos de colaboraciones de datos en todo el mundo y estamos empezando a comprender su potencial y también algunos de sus riesgos. Pueden tomar muchas formas: interfaces públicas en las que las empresas proporcionan acceso abierto a ciertos activos de datos, lo que permite el uso independiente de los datos por parte de terceros; intermediarios de confianza en los que terceros actores apoyan la colaboración entre proveedores de datos del sector privado y usuarios de datos del sector público, la sociedad civil o el mundo académico; o «agrupación de datos», donde las empresas y otros titulares de datos acuerdan crear una presentación unificada de conjuntos de datos como una colección accesible para varias partes. Si bien cada uno de estos modelos ha demostrado ser prometedor, también es aconsejable una nota de precaución. El intercambio de datos no debe convertirse en un vehículo de violaciones de la privacidad u otros riesgos para los derechos individuales. Generar confianza es esencial para fomentar los beneficios de compartir; por lo tanto, es fundamental que la estructura y el gobierno de las colaboraciones de datos incorporen sólidas protecciones de la privacidad (por ejemplo, en forma de datos agregados anónimos).
Identificar y nutrir a los administradores de datos. El surgimiento de las colaboraciones de datos también ha puesto de manifiesto la necesidad de nuevos roles humanos (e institucionales) dentro de las organizaciones. Los administradores de datos son personas o equipos encargados de iniciar, facilitar y coordinar proactivamente el intercambio entre organizaciones y sectores, con el objetivo de maximizar el valor monetario privado y público de los activos de datos. En este sentido, los administradores de datos pueden considerarse los curadores de Rembrandts de una empresa.
Entre otras responsabilidades, los administradores de datos pueden identificar datos infrautilizados que pueden tener un valor potencial; localizar y fomentar asociaciones para ayudar a liberar ese valor; y garantizar un marco responsable que equilibra los beneficios de compartir con los posibles riesgos. Estas funciones se están adoptando cada vez con mayor frecuencia en las empresas, y puede que no pasen mucho tiempo antes de que los administradores de datos sean tan comunes como los directores financieros o los directores de información.
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La cantidad de datos generados y almacenados por organizaciones de todo el mundo crece en más de 2,5 quintillones de bytes al día. Bajo el orden actual de las cosas, gran parte de estos datos terminarán olvidados y descuidados, desapareciendo en una zona desconocida de la información donde los datos existen pero no se utilizan. Sin embargo, estos datos olvidados, como hemos visto, tienen un valor tremendo. Sabemos que compartir es un paso vital para desbloquear ese valor; también está claro que necesitamos investigar mucho más para entender mejor cómo y cuándo funciona mejor el intercambio. Sobre todo, necesitamos una mentalidad más creativa e innovadora, que pueda ayudar a las organizaciones a desempolvar las telarañas de sus Rembrandts ocultos y reutilizar los activos que ya poseen para maximizar sus propios beneficios y beneficiar a la sociedad en general.
— Escrito por Stefaan G. Verhulst