Integrar la ciencia de la forma en que aprendemos en la tecnología educativa

Durante más de un siglo, los investigadores se han esforzado incansablemente para entender cómo los humanos aprenden y recuerdan. La literatura científica resultante es impresionante, tanto por su alcance como por su profundidad. Pero a menudo no es obvio cómo utilizar estos hallazgos en los entornos educativos. Aquí es donde la tecnología puede ayudar, ya que abre enormes oportunidades para utilizar la ciencia del aprendizaje de nuevas maneras. Por ejemplo, las nuevas tecnologías se pueden utilizar para hacer un seguimiento del progreso de los estudiantes de forma muy detallada, para personalizar su aprendizaje en el nivel adecuado: el llamado «punto de ricitos de oro», en el que se enfrentan a desafíos no tanto que se frustren ni tan poco que se aburran. Para aprovechar estas oportunidades, necesitamos tener resultados de aprendizaje claros, medir el progreso de cada estudiante en la consecución de esos resultados de forma muy detallada y centrarnos en el aprendizaje activo. Para lograr estos fines, el profesorado y los administradores deben decidir que la enseñanza exitosa es un objetivo crucial y estar dispuestos a dedicar el tiempo, la energía y los recursos necesarios para lograrlo.

••• Durante más de 100 años, los investigadores se han esforzado incansablemente para entender cómo los humanos aprenden y recuerdan. El resultado[literatura científica](https://www.amazon.com/dp/B00JQ3FN7M/ref=dp-kindle-redirect?_encoding=UTF8&btkr=1) es impresionante, tanto en su alcance como en su profundidad. De hecho, ahora se sabe tanto que dudo que algún humano pueda leer y asimilar todo lo que se ha escrito sobre el tema. Sin embargo, la triste ironía es que a menudo no es obvio cómo utilizar los resultados de toda esta investigación en los entornos educativos. El uso de la ciencia del aprendizaje para mejorar la educación comienza con la identificación de algunos principios generales. Algunos de estos principios se derivan de una propiedad de nuestro cerebro: cuanto más intensamente procesemos la información, más probabilidades tendremos de recordarla. Por ejemplo, antes de irse a dormir por la noche, ¿se encuentra reflexionando sobre los acontecimientos del día? Si es así, ¿qué porcentaje de lo que recuerda cree que intentó memorizar cuando ocurrió el hecho, en lugar de cuánto recuerda más tarde, sin haber intentado memorizarlo antes? Cuando hago esta pregunta a un gran número de personas, normalmente me dicen que han intentado aprender intencionalmente _como máximo_ una décima parte de lo que recuerdan al final del día. Entonces, ¿de dónde viene el resto de lo que recordamos?[Procesamiento profundo](https://en.wikipedia.org/wiki/Levels-of-processing_effect). El mero hecho de prestar atención y pensar profundamente en algo le lleva a recordarlo. Gran parte de lo que recordamos es simplemente un subproducto de haber prestado atención y haber pensado en algo. Esta propiedad general de nuestro cerebro implica que si queremos que las personas aprendan algo, debemos inducirlas a centrarse en ello y a tener en cuenta su naturaleza e implicaciones. Hay muchas maneras de lograrlo, que se derivan de principios específicos de aprendizaje que reflejan formas particulares de centrarse en la información y procesarla. Por ejemplo, uno se llama[Principio de dificultad deseable](https://en.wikipedia.org/wiki/Desirable_difficulty), que afirma que las personas aprenden mejor cuando se les desafía, no tanto como para que se frustren ni tan poco como para que se aburran, sino en el nivel justo, el llamado «Goldilocks Spot». Hacer que la gente vaya a Ricitos de Oro significa que las inducimos a prestar atención y a procesar todo lo que puedan, lo que aumenta la cantidad de aprendizaje. Pero hay un problema: lo que se considera el nivel de desafío «perfecto» es diferente para las diferentes personas. Lo que es demasiado difícil para Sam puede ser demasiado fácil para Sally. Y es peor que eso: lo que cuenta como nivel correcto varía para la misma persona, según el tema. En general, cuanto más sepa de algo, más difícil será el material antes de que se enfrente a desafíos que superen su capacidad de procesar de forma eficaz. Como puede imaginar, con tantas variables, aplicar este principio en un aula tradicional es un desafío. Aquí es donde la tecnología puede entrar en juego para utilizar el principio de dificultad deseable para mejorar el aprendizaje de un gran número de estudiantes al mismo tiempo. En primer lugar, necesita una forma de recopilar datos sobre el rendimiento de los estudiantes. Por ejemplo, los estudiantes pueden hacer un breve cuestionario después de cada sesión de clase y las preguntas individuales del cuestionario se codifican exactamente según las competencias que estén evaluando. La plataforma haría un seguimiento del rendimiento de cada estudiante de forma pormenorizada. En segundo lugar, se pueden diseñar grupos pequeños para permitir a los estudiantes participar en un aprendizaje activo (como la resolución de problemas grupales, los juegos de roles y el debate); este aprendizaje activo ha sido[mostrado repetidamente](https://www.pnas.org/content/111/23/8410) ser una forma muy eficaz de aprender, en parte porque induce un procesamiento profundo. Lo que es más importante, cada actividad de un grupo de trabajo se puede clasificar según las competencias que se utilicen. Por lo tanto, la plataforma puede asignar a los estudiantes de niveles comparables de la habilidad correspondiente (para esa actividad) a los mismos grupos de trabajo. En tercer lugar, cada una de las actividades que los estudiantes realizan en grupos pequeños puede tener «varios niveles», es decir, se puede abordar con más o menos profundidad. Por ejemplo, en una lección de lenguaje figurado, se les puede pedir a los alumnos que lean un pasaje e identifiquen todos los símiles y metáforas. En este caso, se puede variar la sutileza del idioma, de modo que algunos estudiantes detecten solo los ejemplos obvios, mientras que otros detecten los más sutiles. Las interacciones sociales durante el grupo de trabajo podrían diseñarse para que los estudiantes (que son seleccionados para tener niveles comparables para esa actividad) a ajustar la profundidad con la que procesan la información relevante. Para evitar que la actividad resulte aburrida, se pueden diseñar actividades para animar a los estudiantes a darse un codazo unos a otros para pasar a su lugar colectivo de Ricitos de Oro. Este enfoque se ampliaría muy bien e incorporaría el componente social que es tan importante en el aprendizaje. Está claro que la tecnología abre enormes oportunidades para utilizar la ciencia del aprendizaje de nuevas maneras. Para aprovechar estas oportunidades, necesitamos tener resultados de aprendizaje claros, medir el progreso de cada estudiante en la consecución de esos resultados de forma muy detallada y centrarnos en el aprendizaje activo. Para lograr estos fines, el profesorado y los administradores deben decidir que la enseñanza exitosa es un objetivo crucial y estar dispuestos a dedicar el tiempo, la energía y los recursos necesarios para lograrlo.