Cómo planificar su vida cuando el futuro es brumoso, en el mejor de los casos
por Kate Northrup

El año 2020 no resultó como teníamos previsto. Las tasas de desempleo en los EE. UU. son cerca del doble de lo que eran en febrero de 2020, y el el número de personas con licencia sigue superando la media de febrero. Además, con la profunda reorganización de nuestra vida diaria, mucha gente se pregunta: ¿Qué es lo que realmente quiero hacer con mi vida, dado que todo lo demás parece estar en el aire?
Si hay algo bueno que ha salido de esta pandemia, es que estamos reorganizando nuestras prioridades para hacer honor a lo que realmente nos importa. Y para muchos, «carrera» encabeza la lista de reinicios. Pero dejar de lado lo que siempre pensamos que podíamos contar, como un plan quinquenal, puede resultar difícil y hacer que sintamos que estamos fracasando.
Tener un plan es uno de los las mejores estrategias de reducción del estrés que existen. Como humanos, nos apetece sentir que tenemos el control y que tenemos certeza. De hecho, las investigaciones muestran que la sensación de control nos ayuda evitar los síntomas de la depresión y la ansiedad e incluso puede reducir el riesgo de mortalidad. Y cuanto más anhelamos el control, resulta que mayor rendimiento que solemos tener.
El hecho de que ya no tengamos la ilusión de saber lo que nos depara el futuro a largo plazo no significa que no podamos seguir beneficiándonos de los resultados de la planificación que reducen el estrés y mejoran los logros. Todo se reduce a la forma en que veamos el tiempo y los objetivos.
Si quiere prosperar y formar parte de un cambio significativo, la adaptabilidad es el ingrediente clave. Pero no quiero dejarme llevar por la corriente y tomarse la vida tal como se le ocurre. Esta nueva forma de adaptabilidad canaliza nuestro deseo de elaborar un plan estratégico y, al mismo tiempo, incorpora puntos de control planificados para corregir el rumbo a medida que surja nueva información y cambien las circunstancias. Se llama microplanificación.
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La microplanificación es sencilla. Toma una visión más amplia y la divide en prácticas de registro anuales, trimestrales, mensuales, semanales y diarias para planificar y ajustar según sea necesario. Tenemos algunos de los mismos efectos estabilizadores que puede habernos dado un plan quinquenal, pero con partes de planificación más cortas que tienen más sentido en nuestro contexto económico y cultural actual.
La microplanificación se basa en la biomimética», una práctica que aprende e imita las estrategias que se encuentran en la naturaleza para resolver los problemas de diseño humano y encuentra esperanza a lo largo del camino.» El estrés prolongado, como el que se experimenta durante una pandemia mundial de duración desconocida, puede provocar una disminución significativa de nuestra capacidad de funcionar de manera óptima, especialmente en lo que respecta a nuestras capacidades cognitivas (como nuestras manejo cerebral de tareas de alto nivel o nuestra capacidad de tomar decisiones en función de nuestros objetivos en lugar de en función de nuestros hábitos). La microplanificación nos permite aliviar este estrés sin la seducción de pensar, aunque sea erróneamente, de que tenemos el control sobre lo que va a suceder en los próximos uno, tres, cinco o más años de nuestras vidas.
La microplanificación tiene seis elementos:
1. Finalidad: Identifique su propósito convincente que permita flexibilidad en términos de cómo se cumplirá. Mucha gente está en una fase de reinicio en lo que respecta a sus carreras. Los nuevos caminos pueden parecer arriesgados, pero si echamos la vista atrás a nuestra historia profesional, a menudo encontramos un hilo conductor que conecta lo que todas nuestras diferentes funciones han tenido en común. Ese hilo es un buen punto de partida cuando se trata de identificar su propósito convincente. Por ejemplo, mi propósito es ayudar a los líderes a conectarse más con fuentes sostenibles de poder personal para que todos podamos hacer nuestra mayor contribución a la humanidad y al planeta.
Si bien la forma en que aplico este propósito puede cambiar a medida que cambien las circunstancias a mi alrededor, el propósito en sí mismo sigue siendo el mismo. Si no tiene claro su propósito, haga un ejercicio rápido: anote las experiencias profesionales más satisfactorias que ha tenido hasta la fecha. Observe los puntos en común que tienen. Esos son los ingredientes de su propósito.
2. El año: Haga un plan para el año que se ajuste a su propósito, basándose en la mejor información de la que disponga. Reflexione sobre el año anterior y lo que funcionó (o no funcionó) y tenga en cuenta las lecciones del pasado que ha aprendido. Identifique una o tres áreas de crecimiento en las que quiere centrarse. No recomiendo probar más de tres; una revisión mayor suele fallar porque, cuando ponemos demasiado en nuestro plato, acabamos abrumados y no obtenemos los resultados que queremos. Su plan anual podría incluir la búsqueda de empleo, buscar oportunidades de crecimiento en la carrera que tiene actualmente, cumplir y superar sus KPI, sentar las bases para crear su propio negocio o cualquier otra cosa que tenga sentido en el momento actual en el que se encuentra.
3. Trimestres: Al principio de cada trimestre, vuelva a evaluar en qué está trabajando y cómo está trabajando haciéndose preguntas poderosas de reflexión y planificación, como:¿Qué temas surgieron el último trimestre? ¿Qué funcionó y qué no? ¿Qué aprendí? ¿Cómo puedo aplicar lo que he aprendido en el próximo trimestre? ¿Qué tiene que cambiar en mi plan en función de la nueva información y las circunstancias?
Basándose en las respuestas a estas preguntas, fije metas para el próximo trimestre, teniendo cuidado de elegir no más de cinco por trimestre. (Cuantas menos, mejor; cuantas menos cosas haga con más concentración y atención, mejores resultados obtendrá.) Por ejemplo, puede que se dé cuenta de que un tema que surgió durante el trimestre anterior fue que no lo reconocían por sus ideas en el trabajo. Tras reflexionar, se da cuenta de que no los defendía lo suficiente.
Entonces, puede cambiar su plan para el próximo trimestre y fijarse el objetivo de compartir una idea nueva con su departamento cada mes y que, cuando lo haga, también comparta con mucha claridad cómo afectará positivamente a los resultados de su departamento. También puede decidir leer dos libros sobre cómo aumentar su influencia como líder para mejorar en esta área.
4. Meses: Cada mes, tome sus objetivos para el trimestre y evalúe su posición con respecto a ellos. Para cualquier objetivo activo, divídalo en proyectos específicos y, a continuación, divida cada proyecto en fases. Cada proyecto necesita cuatro fases distintas para despegar y lograr los resultados que queremos: planificación e inicio, envío, lanzamiento y visibilidad, finalización e integración, y descanso y reflexión.
Por ejemplo, si su proyecto es «buscar un nuevo trabajo», la fase de «planificar e iniciar» consistiría en actualizar su currículum, acceder a su red de posibles oportunidades y buscar puestos vacantes. La siguiente fase, «hacerlo visible», sería solicitar trabajo, presentarse a las entrevistas y hacer un seguimiento después. La fase de «completar e integrar» sería la fase de incorporación una vez que reciba su nueva oferta de trabajo. Por último, la fase de «descansar y reflexionar» consistiría en permitirse exhalar y celebrar, sabiendo que ha comenzado un nuevo ciclo y que ha logrado su objetivo.
5. Semanas: Al principio de cada semana, haga una lista de tareas semanales, en lugar de una diaria de una milla de largo y que lo deje derrotado cuando se quede sin trabajo por un día. Este plan semanal le permite tener una visión más amplia de lo que viene y le da más flexibilidad de planificación que en una lista de tareas normal. Pero no piense solo en las tareas laborales. Priorizar movimiento, dormir, tiempo fuera, hidratación, y comida sana , también, de cara al futuro de su semana. Optimizar su energía física hace que sea mucho más eficaz a la hora de ejecutar sus planes que creer en la creencia común, aunque inexacta, de que nuestro mejor trabajo proviene exclusivamente de nuestro intelecto.
6. Días: Por último, haga un seguimiento de su energía a diario. Recopilar datos sobre usted y su energía física, mental y emocional al final del día puede proporcionarle información valiosa sobre cómo optimizar su flujo de trabajo. Lleve un diario junto a su cama y anote cómo se sintió emocional, mental y físicamente. Apunte en qué trabajó, cómo le fue (qué salió bien, qué no y qué aprendió) y por lo que está agradecido. Este consultorio de cinco minutos le permite ajustar gradualmente la forma en que se presenta en el trabajo y en la vida para que pueda abordar su planificación semanal, trimestral y anual con más atención. Utilizar esta práctica de recopilación de datos para hacer microajustes en su forma de trabajar y sus objetivos también le da una enorme sensación de control, que ha sido ha demostrado que reduce la cantidad de tiempo que se tarda en realizar las tareas.
***
El mundo está cambiando drásticamente a nuestro alrededor y tenemos que cambiar con él. Aferrarse a una estrategia a largo plazo como el plan quinquenal ya no va a funcionar. Pero dejar de lado nuestra necesidad y deseo de saber lo que depara el futuro no significa caer libremente en una ansiosa indolencia. Al dividir nuestros procesos de planificación en partes más pequeñas, empezamos a registrarnos con más frecuencia y a adaptarnos de forma más natural. Puede que el plan quinquenal esté muerto, pero nuestra capacidad para hacer nuestro trabajo más impactante y cumplir las metas que nos fijamos está muy viva.
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