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Gestión propia

Cómo la filosofía lo convierte en un mejor líder

por David Brendel

El objetivo de la mayoría del entrenamiento ejecutivo y el desarrollo del liderazgo es cambiar el comportamiento: ayudar a la persona a identificar y cambiar los comportamientos que se interponen en el camino de un liderazgo efectivo y a reforzar los comportamientos asociados con él. Pero, ¿qué hay de las creencias y valores que conducir ¿comportamiento?

Los beneficios de la introspección y la reflexión sobre el propio carácter y las creencias reciben menos atención en una sesión de entrenamiento típica que a los beneficios del cambio de comportamiento. Quizás esto no sorprenda en nuestro vertiginoso mundo empresarial impulsado por la tecnología, en el que hay poco tiempo para detenerse a pensar y en el que la gente quiere (y paga) resultados inmediatos. A pesar del creciente reconocimiento de las ventajas de» atención plena» actividades (como yoga y meditación) y un introvertido estilo, la autorreflexión sobre temas filosóficos —como los valores, las virtudes del carácter y la sabiduría— está relativamente descuidada. Los programas de entrenamiento ejecutivo y desarrollo del liderazgo rara vez incluyen mucho, si es que incluyen algo, sobre el poder de aclarar la cosmovisión filosófica. Pero cada vez hay más pruebas de que deberían hacerlo.

La investigación neurocientífica sobre la autorreflexión apoya esta idea. Un reciente estudio reportado en Neurociencia BMC reveló que una región crítica del cerebro, la corteza cingulada anterior (ACC), se activaba durante las tareas de autorreflexión. El ACC es esencial porque, como señalaron los investigadores, puede «detectar discrepancias entre el estado real y el deseado», «mediar en la integración y la evaluación de la información emocional, motivacional y cognitiva» y «modular la atención». Activar la ACC mediante la autorreflexión, en otras palabras, puede promover el éxito empresarial al ayudar a los líderes a identificar sus valores y objetivos estratégicos, a sintetizar la información para alcanzar esos objetivos e implementar planes de acción sólidos.

Está claro que la mayor parte de la autorreflexión no se produce en el laboratorio, sino que hay que adaptarla a la alta dirección y a otras situaciones laborales. Una forma interesante de hacerlo de una manera concentrada e intensiva es mediante» asesoramiento filosófico.». Un crecimiento movimiento internacional, se ha llamado asesoramiento filosófico» terapia para los cuerdos» porque ayuda a las personas racionales y mentalmente sanas a aclarar su visión del mundo y sus objetivos ante los desafíos y las transiciones. Los consejeros filosóficos y sus clientes entablan conversaciones estructuradas que incorporan la autorreflexión sobre los valores y las metas. Basándose en los filósofos antiguos de las tradiciones orientales y occidentales (desde Sócrates hasta Confucio), así como en los filósofos contemporáneos, apoya el desarrollo de las propias filosofías personales de las personas y les permite alcanzar sus aspiraciones e ideales humanos más elevados.

Pensemos en un CEO que degrada a sus colegas poniendo los ojos en blanco ante ellos, interrumpiéndolos y devaluando de otro modo sus funciones. Ahora se enfrenta a un espinoso desafío ético para la empresa, que podría dañar su situación financiera y su reputación. El CEO no tiene adónde acudir para hablar del dilema, porque ha alienado a su equipo ejecutivo. El asesoramiento filosófico podría ayudarlo a reducir sus odiosos comportamientos y a mejorar sus» ratio de positividad» al facilitar la autorreflexión sobre su carácter y sus valores. Un cliente de un CEO en esta situación descubrió que al contemplar las enseñanzas de un filósofo antiguo ( Sócrates) y un filósofo del siglo XX ( Habermas) lo capacitó para implementar un proceso mejorado de diálogo, creación de consenso y «racionalidad comunicativa» con su equipo directivo. El razonamiento filosófico, junto con los cambios positivos de comportamiento, lo posicionaron para liderar la empresa en una época difícil.

La autorreflexión filosófica es esencial en los momentos de inflexión de la carrera, cuando un líder se enfrenta a un desafío, un dilema o una crisis graves. ¿Cómo pueden los líderes beneficiarse de este tipo de autorreflexión sin necesariamente entablar una relación formal con un consejero filosófico? Primero tienen que hacer una pausa y contemplar sus valores fundamentales. Las obras de varios filósofos (hombres y mujeres, de muchas tradiciones culturales) pueden ayudar. Como ejemplo, suelo sugerir mi mnemotécnica «SANE», que se basa en las preguntas clave planteadas por los principales filósofos occidentales: Sócrates, Aristóteles, Nietzsche y los existencialistas.

Sócrates: ¿Cuál es la pregunta más difícil que alguien podría hacerme sobre mi enfoque actual?

Aristóteles: ¿Qué virtudes del carácter son más importantes para mí y cómo las expresaré?

Nietzsche: ¿Cómo voy a dirigir mi «voluntad de poder», ¿gestionar mis intereses propios y actuar de acuerdo con los valores que he elegido?

Existencialistas (por ejemplo, Sartre): ¿Cómo voy a asumir toda la responsabilidad de mis decisiones y de los resultados a los que conducen?

No se trata de un ejercicio académico, pero debería tener «valor en efectivo» en el mundo real. Al reflexionar seriamente sobre estas cuestiones, el CEO descubrió un formato estructurado para abordar el dilema financiero y ético al que se enfrenta la empresa. Se dio cuenta de que veía el «respeto por los demás» y la «modestia» como algunos de sus valores fundamentales y virtudes deseadas, lo que lo llevó a reducir sus comportamientos degradantes y a mantener conversaciones productivas con su equipo sobre las próximas medidas. En última instancia, esto dio lugar a un consenso y a una toma de decisiones razonada. Al asumir la responsabilidad de reflexionar sobre sus valores y opciones de colaboración, el CEO transformó por completo la situación y consolidó su papel de liderazgo.

Al igual que las actividades de «atención plena», la autorreflexión requiere tiempo y esfuerzo. Pero no requiere un cierre intencional del pensamiento. En cambio, exige que el líder piense rigurosamente en cuestiones filosóficas profundas, como el valor y el propósito. La recompensa de la autorreflexión es lo que Aristóteles llamó frónesis («sabiduría práctica»). Contemplar valores filosóficos atemporales puede impulsar cambios de comportamiento oportunos al servicio del crecimiento y el éxito duradero.