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Business communication

Los grandes comunicadores son excelentes explicadores

por John Baldoni

En los meses transcurridos desde que Barack Obama asumió el cargo, ha ocurrido algo curioso en su estilo de comunicación. Ha bajado el tono de la retórica y ha preparado los detalles. Como Don Baer, que una vez trabajó para el presidente Bill Clinton ponlo, Obama es ahora «el gran explicador».

Al hacerlo, Obama sigue la tradición de un presidente anterior, Franklin Roosevelt. En su mejor momento, Roosevelt, en la radio o en la prensa, asumió el papel de un amigo de confianza que explicaba las cosas en términos sencillos para que cualquiera pudiera entenderlas. Por ejemplo, Roosevelt comparó el programa estadounidense de préstamo y arrendamiento a Gran Bretaña en 1941 con un vecino que prestaba una manguera de jardín a un vecino que intentaba apagar un incendio en una casa.

La explicación es un atributo clave de la comunicación de los líderes. Los líderes saben cómo inyectar entusiasmo y entusiasmo a sus comunicaciones como medio de persuasión, pero también necesitan incluir una explicación del entusiasmo. Qué significa y por qué lo hacemos son preguntas fundamentales que todo líder debe responder con explicaciones sencillas. Estas son tres formas de convertirse en un explicador eficaz.

Defina qué es. El propósito de una explicación es describir el tema, la iniciativa o el problema. Por ejemplo, si busca reducir los costes, explique por qué son necesarias y qué implicarán. Coloque las reducciones de costes en el contexto de las operaciones empresariales. Asegúrese de explicar las ventajas.

Defina lo que no es. Aquí es donde el líder pasa al «modo de nunca asumir». Sea claro al definir las exclusiones. Por ejemplo, volviendo a nuestro tema de la reducción de costes, si pide reducciones de costes, no de personas, sea explícito. De lo contrario, los empleados asumirán que están siendo despedidos. No deje espacio para suposiciones. Esto no se aplica simplemente a los posibles despidos, sino a cualquier cuestión empresarial.

Defina lo que quiere que haga la gente. Se convierte en una oportunidad para hacer un llamado a la acción. Establecer expectativas es fundamental. Las reducciones de costes significan que los empleados tendrán que hacer más con menos; explique lo que eso implicará en términos claros y precisos. Los líderes también pueden utilizar el paso de expectativas como un desafío para que las personas piensen y hagan de manera diferente. Su explicación adquiere entonces un significado más amplio.

Sin embargo, los buenos explicadores deben tener cuidado de no exagerar con los detalles. En un formato de reunión en el ayuntamiento, el líder esboza los hechos y los apoya con puntos de datos. Si se detiene demasiado en un solo punto, o puntos, se corre el riesgo no solo de aburrir a la audiencia sino de confundirla. Guarde las explicaciones detalladas, que sean necesarias, para la documentación escrita o las reuniones del equipo. Esto último presenta una oportunidad para que los líderes del siguiente nivel traduzcan las comunicaciones en medidas de acción.

Por lo tanto, las explicaciones detalladas funcionan bien en situaciones cara a cara o en reuniones de equipo. Se convierten en oportunidades para dar más detalles sobre las posibilidades. Y lo que es más importante, también permiten a las personas dar su opinión, algo que normalmente no puede ocurrir en los eventos del ayuntamiento a gran escala. La explicación se convierte en una invitación al debate y los líderes hábiles la utilizan para comunicar no solo los hechos, sino también para obtener apoyo para sus ideas.

Un último punto. Las explicaciones pueden incluir aspiraciones. El 31 de marzo de 1945, Franklin Roosevelt informó al Congreso sobre su reunión con Churchill y Stalin en Yalta, en la que se habló del futuro de la Europa de posguerra.

Durante su presentación ante el Congreso, como escribe H.W. Brands en una nueva y brillante biografía de Roosevelt, Traidor a su clase, el presidente, a solo unas semanas de morir, reflexionó momentáneamente para hablar sobre la necesidad de una paz duradera. «Hace veinticinco años, los combatientes estadounidenses [en referencia a la Primera Guerra Mundial] esperaban que el mundo terminara la obra de paz por la que habían luchado y sufrido. Les fallamos entonces. No podemos volver a fallarles».

FDR, como todos los buenos líderes, sabía cómo cerrar una buena explicación con un desafío igual de bueno; avisa a la gente y les da un motivo para actuar.