Adelante, arrepiéntase
por Michael Craig Miller
Visite nuestra sección especial sobre salud y bienestar, creada en asociación con Harvard Health Publications y centrada en uno de los temas más importantes a los que se enfrentan los ejecutivos en la actualidad: su salud.
En tiempos de incertidumbre, la gente tiende a mirar hacia atrás y preguntarse: ¿Cómo llegó a esto? Sienten más agudamente las oportunidades perdidas y los fracasos de juicio. El arrepentimiento —la sensación de que las cosas podrían haber ido mejor si tan solo se hubiera tomado una decisión diferente— se generaliza.
Pero el arrepentimiento no tiene por qué ser una emoción que se desgarra o se autoflagela. En cambio, puede ser algo que valorar y usar. Según un estudio reciente de Colleen Saffrey de la Universidad de Victoria en Canadá y sus colegas de la Universidad de Illinois, la mayoría de la gente tiene en alta estima el arrepentimiento. De todas las emociones negativas, el arrepentimiento se identificó como la más valorada porque ayudaba a las personas a entender los acontecimientos de la vida y a remediar lo que había salido mal.
El arrepentimiento está integrado en la biología humana, lo que subraya su importancia en el comportamiento. Los avances en la neuroimagen muestran que cuando una persona se arrepiente, una parte del cerebro que participa tanto en el razonamiento como en la emoción (la corteza orbitofrontal) se activa. (Puede que se trate de comparar resultados reales con alternativas imaginarias; la función precisa es fundamental para futuras investigaciones). La neurociencia también nos dice que el aprendizaje probablemente funcione mejor cuando tiene un componente emocional intenso, por lo que podría ser que el arrepentimiento refuerce nuestra capacidad de aprender de la experiencia.
Estas son algunas sugerencias que le ayudarán a gestionar esta emoción y convertirla en una herramienta de crecimiento.
Tenga cuidado con el sesgo retrospectivo.
Lo que debería haber hecho siempre parece más claro en retrospectiva que en su momento. Como dijo el filósofo danés Søren Kierkegaard: «La vida solo se puede entender al revés, pero hay que vivirla hacia adelante». Puede que haya dicho: «Así que no sea tan duro consigo mismo».
Utilice el arrepentimiento para mejorar la toma de decisiones y aclarar los valores.
En lugar de reflexionar sobre lo que podría haber sido, deje que lo que pasó señale el camino. El arrepentimiento que pueda sentir por una reevaluación franca de su toma de decisiones no tiene por qué socavar su confianza en sí mismo. Más bien, podría ayudarlo a priorizar sus inversiones en relaciones, servicio a la comunidad, aficiones significativas, salud y tiempo, además de ayudarlo a fijar metas financieras razonables.
Equilibre el arrepentimiento y el riesgo.
En lugar de elegir una opción menos arriesgada de la que menos se arrepienta, elija la que maximice sus posibilidades de alcanzar objetivos realistas. De hecho, las experiencias de arrepentimiento del pasado pueden haberle permitido apreciar mejor el riesgo (y lo que vale la pena arriesgar), lo que es una señal de crecimiento.
No se preocupe solo, especialmente si se está ahogando en el arrepentimiento.
Si a la miseria le encanta la compañía, es porque la perspectiva ayuda. Es bueno saber que no es el único «idiota» del barrio. En cierto modo, todos somos idiotas. Las personas más exitosas son las que se han mantenido decididas ante el fracaso. El apoyo de colegas, mentores o entrenadores puede aumentar su resiliencia. Sin embargo, a veces el arrepentimiento se convierte en una espiral de depresión. Si sus pensamientos se vuelven morbosos, busque ayuda profesional para que pueda volver a esforzarse por alcanzar sus metas personales y profesionales.
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