Fruir el instinto de procrastinación

Fruir el instinto de procrastinación


Asignas una tarea a un equipo de subordinados, estableces un plazo de un mes en el futuro y luego esperas. Unos días después de la fecha límite, los miembros del equipo te presentan tímidamente el producto de su trabajo. Es claramente un trabajo urgente, lleno de errores y omisiones. Molesto, te preguntas si vieron la fecha límite como la fecha de finalización del proyecto o como su inicio.

La procrastinación es un hecho de la vida, y en los negocios es la causa principal de ineficiencia y calidad de mala calidad. Pero, ¿hay algo que puedas hacer al respecto? ¿O está tan arraigado en la naturaleza humana que está más allá de toda influencia?

Una nueva investigación realizada por dos profesores de negocios indica que la forma en que se fijan los plazos tiene un efecto profundo en el grado en que los trabajadores posponen las cosas e incluso en la máxima calidad de su trabajo. Dan Ariely, de la Sloan School of Management del MIT en Cambridge, Massachusetts, y Klaus Wertenbroch, de Insead en Fontainebleau, Francia, realizaron una serie de experimentos en los que pidieron a los participantes que realizaran tareas en diferentes escenarios de plazos. En un experimento, se pidió a tres grupos de personas que completaran una tarea compleja de corrección de pruebas. Al primer grupo se le dio un plazo único, tres semanas antes, para completar todo el trabajo. Al segundo grupo se le asignaron una serie de plazos intermedios semanales para completar partes del trabajo. A los miembros de la tercera se les dijo que fijaran sus propios plazos provisionales. A los participantes se les pagó según el número de errores que corrigieron y se les sancionó por incumplimiento de los plazos.

Los resultados mostraron diferencias dramáticas tanto en la puntualidad como en la calidad del trabajo realizado por los tres grupos. El grupo entregó el peor desempeño en ambos aspectos con un único plazo de finalización del proyecto. Su trabajo, en promedio, tenía 12 días de retraso y corrigieron un promedio de solo 70 errores. El mejor desempeño lo obtuvo el grupo al que se le asignaron una serie de plazos provisionales; su trabajo se retrasó solo 0,5 días en promedio y detectaron 136 errores. El desempeño del grupo que estableció sus propios plazos provisionales cayó a la mitad: 6,5 días de retraso, en promedio, con 104 errores detectados. Hallazgos similares surgieron de los otros experimentos realizados por los profesores.

La lección es clara: si quieres que un trabajo se haga correctamente y se haga a tiempo, establece una serie de plazos, no solo uno.

Escrito por Nicholas G. Carr