El poderoso efecto de notar cosas buenas en el trabajo
En el transcurso de una jornada laboral típica, inevitablemente te suceden cosas negativas y positivas. Si usted es como la mayoría de la gente, tiende a centrarse principalmente, o incluso exclusivamente, en experiencias negativas. Son sobre lo que te rumias, lo que hablas con tu amigo mientras conduces a casa, lo que discute con tu pareja por la noche. A veces se siente bien hablar de los negativos — se siente terapéutico.
Si alguien te dijera que te centraras solo en las experiencias positivas de tu día, podrías estar molesto. La gente tiende a asociar positividad tipo Pollyana con gerentes inexpertos tratando de exprimir un poco más de trabajo de los empleados de primera línea, o con los carteles de pared de «seguir sonriendo» en el centro de llamadas.
Lo que la mayoría de la gente no se da cuenta es que las experiencias positivas, incluso las pequeñas, le proporcionan recursos valiosos que pueden usarse para reducir el estrés, incluyendo síntomas físicos como dolores de cabeza o tensión muscular. Te hacen más fácil separarte del trabajo al final del día.
Aprendimos de nuestra investigación que pensar en eventos positivos de manera sistemática puede ser saludable. Sugerimos que en lugar de hablar de cosas negativas, intente «saborear» —revivir, disfrutar y compartir — los acontecimientos positivos de su día.
Para la mayoría de la gente, esto no es natural. La evolución y el imperativo de supervivencia han sintonizado a los seres humanos a prestar una atención cuidadosa a todas las cosas negativas; además, la gente rápidamente se acostumbra tanto a los positivos en sus ambientes que apenas las notan. Pero una simple intervención puede ayudar a superar ambas tendencias.
Considerar un experimento llevamos a cabo para estudiar el efecto en el lugar de trabajo de lo que se conoce como la intervención de las «tres cosas buenas». Esta intervención ha demostrado mejorar el estado de ánimo entre las personas que están ligeramente deprimidas, pero queríamos saber si también aliviaría el estrés de los trabajadores sanos.
Nuestro equipo, que incluía a Winny Shen de la Universidad del Sur de Florida, Eugene Kim de Georgia Tech, y Amanda J. Koch de Human Resources Research Organization, trabajó con empleados de clínicas de consulta familiar ambulatoria (enfermeras, asistentes, recepcionistas, etc.). Pedimos a los participantes —que no tenían idea de cuál era nuestra pregunta de investigación— que iniciaran sesión en un sitio web al final de su jornada laboral y completaran una «encuesta». La encuesta les pidió que pasaran de cinco a 10 minutos escribiendo sobre eventos grandes o pequeños, personales o relacionados con el trabajo, que habían ido «muy bien» ese día — y que explicaran por qué esas cosas habían ido bien.
Las respuestas iban desde informes de compañeros de trabajo que traían comida deliciosa, hasta el mero hecho de que era viernes, hasta historias reflexivas sobre interacciones con compañeros de trabajo o pacientes que hacían que la gente se sintiera bien consigo misma. Por ejemplo, una enfermera escribió que «un médico me dio un cumplido hoy». ¿Por qué? «Porque sabía exactamente qué hacer en una situación de emergencia, y ayudé a un paciente que estaba teniendo una convulsión».
Después de tres semanas, los niveles de estrés y las quejas mentales y físicas disminuyeron en cantidades pequeñas pero significativas. Además, en los días en que los participantes se centraron en las cosas buenas, eran más capaces de apagar los pensamientos estresantes relacionados con el trabajo por la noche en casa.
Esta simple práctica —escribir sobre tres cosas buenas que ocurrieron — crea un cambio real en lo que piensa la gente, y puede cambiar la forma en que perciben su vida laboral. También puede crear un bucle de retroalimentación que mejora su impacto: creemos que las personas que reflexionan sobre cosas buenas que sucedieron durante el día tienen más probabilidades de compartir esas cosas con familiares y amigos. Compartir eventos positivos con otros crea conexiones entre las personas y las une entre sí, reduciendo aún más el estrés nocturno. En última instancia, esto también mejora el sueño, lo que nuestra investigación en curso sugiere conduce a una mayor alerta y un mejor estado de ánimo, lo que a su vez conduce a cosas más positivas que suceden al día siguiente.
Otros beneficios de este ejercicio fácil de implementar y de bajo costo incluyen el aumento potencial de la creatividad. El pensamiento creativo y la innovación se ven reforzados por emociones positivas, especialmente sentimientos de satisfacción y alegría. El crecimiento, el desarrollo y el pensamiento hacia adelante surgen de las emociones positivas.
Quejarse de su jefe y compañeros de trabajo es común, e incluso puede ser valioso si le ayuda a sentirse escuchado y entendido. Pero hay desventajas en expresar negatividad. La literatura de investigación no está clara sobre si centrarse en eventos negativos en realidad proporciona alivio del estrés. Y en un contexto laboral, los comentarios negativos pueden extenderse a través de la organización a través del contagio social, causando daños adicionales.
Es poco probable que la gente deje de hablar de experiencias negativas en el trabajo. Es natural. Pero centrándose intencionalmente en eventos positivos puede proporcionar equilibrio. No abogamos por poner carteles felices, pero las empresas pueden tomar medidas para ayudar de manera inteligente a las personas a notar y compartir experiencias positivas. Por ejemplo, ¿qué tal iniciar una reunión con una revisión de lo que ha ido bien recientemente, en lugar de saltar inmediatamente a lo que necesita ser mejorado?
Lo bueno de este ejercicio, sin embargo, es el poder que nos da a cada uno de nosotros a diario. Antes de encender la radio o recibir una llamada durante su viaje a casa, tómese un momento para reflexionar sobre las cosas buenas que sucedieron en el trabajo. Hacerlo puede ayudarle a capitalizar el pequeño flujo natural de eventos positivos diarios, una fuente ubicua pero demasiado ignorada de fuerza y bienestar.
— Escrito por Joyce E. Bono Joyce E. Bono Theresa M. Glomb