Las decisiones, no los acontecimientos, dieron forma a los líderes después del 11 de septiembre
por John Baldoni
Diez años después de que cuatro aviones se estrellaran en Nueva York, Washington y Pensilvania, muchos están reflexionando sobre cómo esos acontecimientos cambiaron el curso de la historia. Pero no fue el 11 de septiembre en sí mismo lo que cambió la historia: fueron nuestras reacciones ante él —para bien y para mal— las que alteraron la historia. Si bien muchos han analizado las acciones de nuestros líderes nacionales en respuesta a esos ataques terroristas, me gustaría centrarme en este post en las acciones de los líderes que no aparecieron en los titulares pero que sí marcaron la diferencia. Todos podemos aprender de su ejemplo.
Por ejemplo, Joe Kearns Goodwin. Kearns, que se graduó de la universidad en 2001, se alistó en el ejército el 12 de septiembre de ese año. Cuando se le preguntó en Meet the Press de NBC del presentador David Gregory, cómo el 11 de septiembre definió a su generación, Goodwin receló y dijo que el 11 de septiembre no definió a su generación más de lo que Pearl Harbor definió a la mejor generación que luchó en la Segunda Guerra Mundial.
Goodwin, un excapitán del ejército que sirvió dos períodos, uno en Irak y otro en Afganistán, respondió como uno que ha ocupado un puesto de liderazgo. Los acontecimientos no definen al líder; los eventos crean el contexto para la respuesta del líder. Cuando se desarrollaron los acontecimientos, Goodwin respondió con la decisión de servir.
Esta distinción es necesaria si se tiene en cuenta el papel del líder en una crisis — sobre todo porque los años de la década anterior parecen ahora tan sombríos, empañados como lo han estado por dos guerras, una economía pésima y tasas de desempleo miserablemente altas. Si estamos en un estado de crisis permanente, la respuesta no es insistir en lo negativo, sino decidir cómo responderemos. Debemos asumir las consecuencias de nuestras acciones en momentos como estos; debemos hacernos responsables. La historia sin duda lo hará.
Tenga en cuenta los ejemplos de liderazgo y servicio que se vieron minutos después del ataque a las Torres Gemelas, cuando los socorristas acudieron corriendo al lugar. Como sabemos ahora por múltiples investigaciones, los bomberos de la ciudad de Nueva York pronto supieron que las torres no podían salvarse, pero que sí podían salvarse vidas. Por eso tantos bomberos corrieron por los condenados rascacielos para poner a salvo a tantas personas como pudieron. Unos 16 000 trabajadores fueron evacuados, muchos de los cuales debieron la vida a 343 bomberos y paramédicos que murieron en la caída de los edificios.
Recuerde también que más de 2,3 millones que han prestado servicio en el extranjero en Irak y Afganistán. Han muerto más de 7.400, decenas de miles de heridos de gravedad y quizás la mayoría alterada para siempre por los recuerdos de lo ocurrido en la zona de batalla. Estos acontecimientos los han cambiado, pero estos acontecimientos no los definen. Todos eran voluntarios; cuando ocurrían los acontecimientos, ellos decidían cómo responder y cómo liderar.
El 11 de septiembre de 2001 fue un día fundamental en la historia y una terrible tragedia. La década siguiente dejó un legado sombrío. Pero también ha visto el tipo de liderazgo que se obtiene al anteponer el servicio a uno mismo.
Al recordar los recuerdos del 11 de septiembre, dónde estuvimos, las personas que perdimos y todo lo que vino después, reflexionemos también sobre eso.
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