Curious
Descubre por qué no puedes soltar tu libro favorito.
Aunque hay muchas cosas que separan a los seres humanos de los animales, una de las más notables es que somos las únicas criaturas de la Tierra capaces de preguntar ¿Por qué? Todos y cada uno de los seres humanos nacemos con un fuerte deseo de conocer el mundo que nos rodea, tanto por necesidad como por curiosidad.
Por ello, no debería sorprendernos que los niños de entre tres y cinco años se hagan unas 300 preguntas al día.
Por tanto, no es de extrañar que los niños de entre tres y cinco años hagan unas 300 preguntas al día
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Sin embargo, a medida que crecemos, llegamos a un punto en el que ya no nos interesa descubrir cosas nuevas. Funcionamos con el piloto automático, confiamos en nuestras viejas suposiciones y dejamos de hacer preguntas. Y aunque esto puede ser natural, desde luego no es deseable.
Si quieres tener éxito en tu vida profesional y personal, tienes que ser curioso. La curiosidad es absolutamente necesaria en tus estudios, en tu carrera y en tu vida personal si quieres tener éxito en cualquiera!
La curiosidad es absolutamente necesaria en tus estudios, en tu carrera y en tu vida personal si quieres tener éxito en cualquiera!
En este resumen, descubrirás
- por qué Internet es bueno para tu cerebro si eres inteligente, pero sólo te hará más tonto si ya eres tonto;
- por qué Andy Warhol se convirtió en un gran científico.
- por qué a Andy Warhol le gustaban las cosas aburridas; y
- por qué la mayoría de nosotros actuamos como si ya supiéramos todo lo que hay que saber
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La curiosidad está causada por lagunas de información que queremos cerrar.
Un anuncio resumido en una página web, una circunstancia extraña de un asesinato misterioso o una manzana que cae del árbol: todo ello despierta nuestra curiosidad. Pero, ¿por qué? ¿Qué tienen en común estas cosas drásticamente diferentes que captan nuestra atención?
Según el psicólogo George Loewenstein, la curiosidad es el resultado de las "lagunas de información". En pocas palabras, las lagunas de información son piezas que faltan en un rompecabezas. Cuando nos damos cuenta de que hay algo que desconocemos, de repente tenemos muchas ganas de averiguar qué es.
Por ejemplo, si no sabes qué es lo que te falta, no te preocupes.
Por ejemplo, si estás viendo una película de suspense, puede que haya un asesinato, es decir, una información. Sin embargo, te falta una información crucial para completar el cuadro: ¿quién cometió el asesinato? Esta es la laguna informativa, y seguimos observando con la esperanza de que esta laguna se cierre pronto.
Los narradores de todo tipo utilizan continuamente el principio de los vacíos de información; de hecho, ¡una buena historia depende de ello! Crean lagunas de información y luego las cierran, para abrir otra, y luego otra; así es como nos mantienen enganchados a sus historias, pasando febrilmente una página tras otra.
Sin embargo, el principio de las lagunas de información no es un secreto.
Pero no es la mera ausencia de información lo que despierta la curiosidad. La curiosidad no puede existir en el vacío; primero debemos tener algo deconocimiento sobre el tema. El vacío sólo existe entre algo que ya sabemos y algo que todavía no sabemos, pero que nos gustaría averiguar.
Por ejemplo, si alguien te cuenta la fascinante actuación que vio en un concierto de música clásica, no puedes responder a esta información si no sabes nada de música clásica. Por lo tanto, tu curiosidad no se capta.
Sin embargo, si luego te cuenta que esa música también aparece en tu película favorita y que el compositor nació en la misma ciudad que tú, entonces puede que tengas suficiente información relevante para sentir curiosidad.
Existen dos tipos de curiosidad: diversiva y epistémica.
"No tengo ningún talento especial. Sólo soy apasionadamente curioso". - Albert Einstein
La curiosidad es lo que llevó a la humanidad a la luna. Sin embargo, también es la fuerza que nos hace perder la mitad de nuestras vidas hojeando nuestras noticias en las redes sociales. Esto se debe a que no todas las curiosidades son iguales:
La curiosidad es lo que llevó a la humanidad a la luna.
La curiosidad se divide en dos tipos. La primera, la curiosidad diversiva, es poco más que un ansia de información nueva, es decir, el deseo de más novedad y emoción. Por un lado, es lo que motiva nuestro compromiso con un tema en primer lugar. Por otro lado, también puede ser impulsivo, superficial y difícil de resistir.
Además, en el peor de los casos, la curiosidad diversiva se convierte en algo sin rumbo, poco más que una distracción.
Todos hemos sucumbido a este tipo de curiosidad a altas horas de la noche en la red. Hacer clic en un enlace que parece realmente interesante nos lleva rápidamente a hacer clic en otro, y luego en otro. Al final, nos damos cuenta de que hemos pasado las últimas tres horas viendo vídeos de gatos en YouTube, mucho después de nuestra hora de dormir.
Esto contrasta con el hecho de que la mayoría de los usuarios de Internet no están acostumbrados a ver vídeos de gatos.
Esto contrasta con la curiosidad epistémica, que tiene que ver con el deseo de conocer algo nuevo. Este tipo de curiosidad es mucho más profunda y cuesta más trabajo mantenerla. Es una elección consciente que requiere autodisciplina, esfuerzo y concentración.
Todos los buenos científicos y artistas utilizan su curiosidad epistémica. Por ejemplo, Charles Darwin encontró un extraño percebe durante su viaje a Sudamérica. Este percebe le causó tanta curiosidad que dedicó los ocho años siguientes de su vida a investigar esta única especie, diseccionando muestras al microscopio.
Esto no quiere decir que Darwin no tenga curiosidad epistémica.
Esto no quiere decir que tengas que elegir un tipo de curiosidad sobre el otro. De hecho, para lograr un aprendizaje sostenible, tienes que combinar ambos tipos: la curiosidad diversiva es una buena forma de familiarizarte con la información básica sobre un tema. Pero tendrás que complementarla con la curiosidad epistémica para que te ayude a profundizar, reunir conocimientos especializados y evitar la tentación de la distracción.
Todos nacemos con el deseo de saber, pero este deseo se desvanece con la edad si no lo alimentamos.
"Si te dejas llevar por la curiosidad, tu vida se vaciará de color, interés y placer"
Es sabido que los bebés y los niños pequeños sienten una curiosidad implacable por casi todo. Señalan las cosas, balbucean y hacen preguntas y siempre quieren saber "por qué".
De hecho, todos nacemos con un deseo innato de saber. El conocimiento instintivo de que hay cosas que no sabemos, pero que otras personas sí saben, es increíblemente poderoso. Esta es la fuerza que hace que las mentes inquisitivas de los niños pequeños sean implacables: ¡los niños de entre tres y cinco años hacen alrededor de 300 preguntas al día!
Preguntas.
Entonces, si todos los niños empiezan la vida con el mismo deseo de aprender, ¿por qué algunos tienen mentes inquisitivas y otros no? Todo se reduce al entorno, sobre todo durante los primeros años formativos de la vida.
Toma, por ejemplo, la forma en que los bebés señalan las cosas que les interesan. Cuando señalan algo que les resulta novedoso, esperan una reacción de quienes les rodean. Si esta curiosidad se topa con un silencio sepulcral, es más probable que aprendan a abandonar la indagación exploratoria.
De hecho, hay estudios que demuestran que los niños cuyos padres reaccionan a sus gestos de señalar con el dedo siguen haciéndolo durante más tiempo y, más adelante, adquieren mejor el lenguaje y los conocimientos.
Desgraciadamente, cuanto más crecemos, más disminuye nuestra curiosidad hasta que, finalmente, llegamos a un punto en el que ya no sentimos la necesidad de aprender nada: un punto de saturación.
Como adultos, tenemos una cantidad considerable de conocimientos que simplemente no cuestionamos y que, sin embargo, siguen informando en gran medida nuestras acciones.
Este conocimiento acumulado es muy importante para nosotros.
Este conocimiento acumulado es útil en situaciones como la conducción, en las que no queremos gastar energía interpretando los estímulos de la carretera, como las señales de tráfico y los semáforos, y en las que simplemente es más fácil actuar de forma automática.
Sin embargo, nuestro conocimiento acumulado nos ayuda a actuar de forma consciente.
Sin embargo, nuestra fe en el conocimiento acumulado nos hace intelectualmente perezosos, provocando que suframos el efecto de exceso de confianza: la mayoría de nosotros pensamos que ya lo sabemos todo.
Ahora que ya sabes un poco más sobre la naturaleza de la curiosidad, nuestro siguiente resumen examinará cómo afecta Internet a nuestro deseo de saber.
Internet ha producido una división entre curiosos e incrédulos.
"Internet está haciendo a la gente inteligente más lista y a la gente tonta más tonta"
En lo que respecta al aprendizaje, Internet ha demostrado ser tanto una bendición como una maldición. Dependiendo de cómo lo enfoques, Internet te permite aprender fácilmente todo sobre temas complejos, como la teoría de la relatividad, la tectónica de placas o la historia de Francia, o puedes pasarte el día viendo vídeos de gatos y discutiendo inútilmente con desconocidos sobre ellos.
En realidad, Internet ha demostrado ser una bendición y una maldición para el aprendizaje.
En realidad, el potencial educativo de Internet aún no se ha aprovechado plenamente. Según un estudio de la Fundación Kaiser sobre los hábitos mediáticos de los estadounidenses, los niños pasan ahora una media de diez horas al día en dispositivos, lo que representa un aumento de más del 50 por ciento desde 1999. Sin embargo, la mayor parte de este tiempo se dedica al entretenimiento, no a la educación.
Además, el uso de Internet amplía la brecha entre los que quieren aprender y los que no. Existe una creciente polarización cognitiva, una división en nuestra sociedad entre curiosos e incrédulos. Internet hace que las mentes curiosas sean más curiosas, mientras que los incansables dedican su tiempo en Internet al entretenimiento, con lo que disminuye aún más su interés por aprender.
La polarización cognitiva es cada vez mayor.
Hay dos círculos: uno vicioso y otro virtuoso. Los que ya tienen sed de conocimiento se dan cuenta de que hay mucho que aún no saben, lo que les hace sentir aún más curiosidad y ganas de saber más. Lo contrario se aplica a los curiosos.
Esta disparidad en la curiosidad ampliará aún más las divisiones sociales a través del sistema educativo. En las escuelas y universidades, los estudiantes con mayor curiosidad intelectual tendrán más éxito, ya que tienen la voluntad y la capacidad de aprender más. Dispuestos a explorar y a encontrar placer en acumular conocimientos, estos estudiantes obtendrán mejores notas, mejores trabajos y mejores sueldos.
Es fácil culpar a Internet de cómo fomenta o dificulta el desarrollo de nuestra curiosidad epistémica. Sin embargo, la única persona que puede volverte estúpido eres tú mismo: la curiosidad epistémica es una decisión consciente y, por tanto, también lo es la ignorancia.
Internet ahoga nuestra curiosidad y creatividad al facilitar demasiado el acceso a la información.
"Quien deja de aprender hechos por sí mismo porque luego puede buscarlos en Google, se está volviendo literalmente estúpido"
Es un hecho innegable que Internet ha revolucionado nuestro acceso a la información. Cualquiera que tenga una conexión a Internet puede aprender incluso sobre las cosas más oscuras. Pero también vale la pena preguntarse cómo afecta esto a nuestro aprendizaje, curiosidad y creatividad.
Con respecto al aprendizaje, el mero hecho de que la información sea fácil e inmediatamente accesible no significa que seamos mejores acumulando conocimientos. Esto se debe a que Internet nos malcría: sabiendo que el conocimiento está siempre a un clic de distancia, tendemos a no hacer el esfuerzo de almacenarlo en nuestra memoria.
Cuando buscamos casualmente en Google la información que necesitamos y aceptamos la primera respuesta que aparece, ese conocimiento no se interioriza y pronto desaparecerá. En cambio, cuando nos esforzamos de verdad por descubrir algo nuevo -por ejemplo, yendo hasta la biblioteca para buscar información-, los conocimientos que adquirimos se añaden a nuestra memoria a largo plazo.
Además, Google responde a nuestras preguntas con tanta precisión que colma todas las lagunas de información. Como ya has aprendido, la curiosidad es el resultado de las lagunas de información y de las preguntas sin respuesta. Pero Internet tiene todas las respuestas. Tiene toda la información: no existen lagunas de información y, por tanto, no hay lugar para que arraigue la curiosidad.
La precisión de Google es tan precisa que cierra todas las lagunas de información.
La precisión de Google también hace que sea menos probable que el usuario tropiece con campos de conocimiento desconocidos y descubra así nuevos intereses. Esto tiene efectos considerables sobre nuestra creatividad, que se forma por la combinación de ideas separadas que se funden en algo nuevo. La creatividad se basa en la colisión aleatoria e inesperada de conocimientos con el fin de establecer conexiones novedosas entre distintas áreas de conocimiento.
Las personas creativas e innovadoras siempre tienen una amplia base de conocimientos. Tomemos como ejemplo a Steve Jobs, cuyo interés por áreas tan diversas como la filosofía oriental, la escuela de arte Bauhaus, los negocios y la poesía, culminaron en los proyectos innovadores y el éxito de Apple.
Has aprendido cómo la tecnología puede hacernos intelectualmente perezosos. Nuestro resumen final te mostrará cómo puedes mantener la curiosidad.
Nunca dejes de hacer preguntas.
¿Cuántas preguntas haces al día? Probablemente podrías hacer unas cuantas más, ya que las preguntas son lo que hace que tu mente esté hambrienta e inquisitiva. De hecho, toda respuesta va precedida de una pregunta.
Hacer preguntas es esencial para descubrir la información que necesitas. Desgraciadamente, no es el tipo de habilidad que se pueda transmitir fácilmente: tienes que experimentar el poder de las buenas preguntas de primera mano para mejorar.
Sin embargo, podemos ayudarte a mejorar.
Sin embargo, podemos ayudar a la gente a hacer más preguntas aprovechando el hecho de que hacer preguntas parece ser contagioso: varios estudios han demostrado que los niños a los que sus padres hacían más preguntas empezaban a hacer más preguntas a su vez.
La clase también desempeña un papel importante en nuestro desarrollo. Los niños de clase media, por ejemplo, hacen más preguntas impulsadas por la curiosidad que empiezan por "por qué" o "cómo", y hacen más preguntas en general, que los niños de clase trabajadora.
La diferencia es observable en el desarrollo de los niños de clase media.
La diferencia es observable ya a los dos años, y estos niños tienen muchas más posibilidades de éxito en su educación.
Sin embargo, en la edad adulta, los niños de clase media son más curiosos.
En la edad adulta, sin embargo, el hábito de hacer preguntas puede quedar relegado a un segundo plano. A veces, tememos que hacer preguntas nos haga parecer estúpidos, ya que hacer preguntas es una admisión de ignorancia. Otras veces, estamos demasiado ocupados para ser inquisitivos, o simplemente nunca hemos desarrollado las habilidades para hacer preguntas relevantes.
La historia nos ha demostrado, sin embargo, que seguir el camino más conveniente y elegir deliberadamente la ignorancia en lugar de la curiosidad puede conducir a desastres. De hecho, esto es exactamente lo que ocurrió en la crisis financiera de 2008:
Mientras los banqueros negociaban productos financieros muy intrincados y volátiles, podrían haberse detenido fácilmente en cualquier momento para cuestionar el riesgo inherente a sus acciones, pero decidieron no hacerlo. Estaban tan ocupados cosechando enormes beneficios de sus operaciones que no aprendieron nada más sobre ellas y, por tanto, no previeron el colapso financiero que se avecinaba.
Por lo tanto, piensa en las preguntas que te planteas a continuación.
Así pues, piensa en la formulación de preguntas como una valiosa habilidad que puede afilarse con la práctica, e intenta que no se vuelva aburrida.
Esfuérzate por reunir conocimientos: te hará más creativo y curioso.
El conocimiento y la creatividad se perciben a menudo como dos polos opuestos, en los que la mera recopilación de datos se considera perjudicial para el florecimiento de la creatividad y la curiosidad de los niños. Sin embargo, ¡esto no puede estar más lejos de la realidad! De hecho, es absolutamente necesario acumular primero una base de datos de conocimientos antes de que pueda producirse ningún trabajo creativo.
Como ya has aprendido, la creatividad es el producto de conexiones novedosas entre pensamientos e ideas aparentemente inconexos. En consecuencia, cuanto más sepas, más conexiones podrás establecer.
Por ejemplo, William Shakespeare. Los historiadores saben que asistió a una escuela clásica, donde lo aprendió todo sobre el griego y el latín, así como sobre los escritores y pensadores de estas culturas clásicas, como Séneca y Cicerón.
Utilizó estos amplios y profundos conocimientos para crear obras de teatro con una gran variedad de temas, ambientadas en diversos lugares y momentos de la historia. Romeo y Julieta, por ejemplo, tuvo lugar en Verona, Italia, muy lejos del hogar londinense de Shakespeare.
La curiosidad, al igual que la creatividad, se alimenta del conocimiento y de los hechos: cuanto más sabes sobre un tema, más descubres lo mucho que te queda por descubrir, lo que te deja con lagunas de información que, a su vez, encienden aún más tu curiosidad.
Por eso ir a la escuela es tan importante.
Por eso ir a la escuela suele ser tan difícil y frustrante para los niños cuando son pequeños. Muchos campos, como la historia, requieren un contexto y unos conocimientos básicos para ser comprendidos. Pero los niños no tienen ni el contexto ni el conocimiento, por lo que les resulta difícil mantener su curiosidad.
Sin embargo, no basta con aprender al azar sobre todo lo que te encuentres. Como aprenderás en el siguiente resumen, la forma en que reúnes y almacenas tus conocimientos también es importante.
El mundo moderno requiere que seas tanto un especialista como un generalista.
Hay dos formas diferentes de acumular conocimientos: o bien aprendes mucho sobre unas pocas áreas, lo que te convierte en un especialista, o bien aprendes unas pocas cosas en muchas áreas, lo que te convierte en un generalista.
Esta distinción se remonta a la época en que el conocimiento era muy limitado.
Esta distinción se remonta a la antigua historia griega del erizo y el zorro. El zorro tiene varias estrategias ingeniosas para eludir a sus depredadores, mientras que el erizo sólo tiene un truco probado: se atrinchera y utiliza sus púas para protegerse. Como dice el poeta griego Arquíloco
"El zorro sabe muchas cosas, pero el erizo sabe una gran cosa"
Esta distinción es especialmente importante en el caso del erizo.
Esta distinción es especialmente relevante para las carreras basadas en el conocimiento, como la ingeniería de software o la investigación científica. Para alcanzar el éxito en estos campos, en los que la línea que separa las distintas áreas de conocimiento se vuelve difusa, tienes que ser a la vez un erizo y un zorro.
Por un lado, el erizo sabe muchas cosas, pero el zorro sabe una gran cosa.
Por un lado, tienes que aprender muchísimo sobre una o dos grandes cosas para tener una ventaja basada en el conocimiento sobre tus competidores. Por otro lado, a medida que tu trabajo se vuelve más complejo, está destinado a cruzarse con otras disciplinas.
Si trabajas en la industria musical, por ejemplo, también necesitas saber sobre redes sociales. Los lingüistas también necesitan dominar el análisis de datos, y los entrenadores de fútbol necesitan saber de psicología.
De hecho, la mayoría de los grandes pensadores de la humanidad representan tanto al zorro como al erizo. Por ejemplo, Charles Darwin:
Era un especialista en biología y sabía todo lo que había que saber sobre los ciclos vitales de las lombrices de tierra. Sin embargo, también se interesaba por otras disciplinas, y combinó conocimientos aparentemente no relacionados, como las teorías del economista Thomas Malthus sobre la lógica del crecimiento de la población, de forma que finalmente le permitieron pensar con originalidad y exponer su revolucionaria teoría de la evolución.
Cualquier cosa puede ser interesante con la perspectiva adecuada.
Desde 2010, cada año ocurre algo extraño en Londres: los jóvenes se reúnen y escuchan presentaciones sobre temas que a menudo se consideran tremendamente poco interesantes, como las rutas de los autobuses, los secadores de manos eléctricos y la historia de las máquinas autocajeras de los supermercados. Se llama Conferencia Aburrida y, sin embargo, todos los asistentes parecen muy entretenidos.
La Conferencia Aburrida trata sobre los fenómenos mundanos y pasados por alto de la vida cotidiana. Pero estas cosas no son intrínsecamente aburridas; la Conferencia Aburrida demuestra que nuestro interés por un tema tiene todo que ver con cómo lo abordamos. De este modo, cualquier cosa puede ser interesante.
Andy Warhol seguramente inspiró a los fundadores de la Boring Conference. En una ocasión bromeó diciendo que "le gustan las cosas aburridas", y demostró que las cosas aburridas pueden ser realmente extraordinarias, convirtiendo uno de los objetos más omnipresentes y anodinos de la vida cotidiana, una lata de sopa Campbell, en una obra de arte mundialmente conocida.
Si prestas la suficiente atención, cualquier cosa puede resultar asombrosamente interesante.
Si prestas la suficiente atención, cualquier cosa puede resultar asombrosamente interesante.
Cuando nos aburrimos de algo, tendemos a culpar a lo que nos aburre. Sin embargo, la cosa no es el problema. Nosotros somos el problema. Simplemente necesitamos encontrar la perspectiva adecuada.
Esto es lo que hizo el escritor Henry James. Exteriormente, su vida parece bastante aburrida. Sin embargo, se pasó toda la vida centrado en descubrir cosas nuevas e interesantes en esas experiencias ordinarias.
Muchas de sus novelas se centraron en la vida cotidiana.
Muchas de sus novelas surgieron de anécdotas aburridas que le contaban sus amigos. Reflexionaba durante días sobre esas historias, pensando en las razones por las que las personas se comportaban como lo hacían, en lo que pensaban y en cuál podía ser su origen. Luego transformaba estas aburridas anécdotas en vívida ficción, considerada hoy como una de las mejores jamás escritas.
En esencia, la curiosidad es una elección. Tú eliges tu perspectiva, y así puedes elegir no aburrirte nunca más.
Conclusiones
El mensaje clave de este libro:
La curiosidad puede considerarse como un músculo cognitivo que hay que nutrir y alimentar constantemente con nuevos conocimientos para que crezca y florezca. Si consigues dominar este arte, tendrás más posibilidades de sentirte más realizado en tu trabajo, en la escuela y en tu vida personal.
La curiosidad puede considerarse un músculo cognitivo que hay que alimentar constantemente con nuevos conocimientos para que crezca y florezca.
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