Cómo decirle a un sabelotodo que se equivoca
••• En 2007, cuando era editor en Hora revista, Steve Jobs visitó nuestra oficina para echarnos un vistazo al nuevo dispositivo de Apple: el iPhone. Pasamos el dispositivo por la mesa de conferencias con cuidado, como si se tratara de una roca lunar. Cuando se lo devolvimos a Jobs, lo sumergió de golpe en el suelo para demostrar su durabilidad. Jobs sabía cómo ganarse una habitación; incluso en un grupo pequeño, su confianza y su talento para el espectáculo eran fascinantes. Tras esa reunión, y de nuevo años después, al leer la biografía de Walter Isaacson sobre el cofundador de Apple, me pregunté cómo debe haber sido trabajar para él. Por un lado, qué oportunidad de observar a quemarropa a un genio extraordinario. Por otro lado, Jobs era un sabelotodo y un acosador, entonces, ¿cómo podrían los subordinados hacer retroceder o persuadirlo cuando se equivocaba? En»[Persuadir a lo impersuadible](/2021/03/persuading-the-unpersuadable)», Adam Grant, profesor de Wharton, utiliza a Jobs como ejemplo para explicar con precisión cómo hacerlo. «Muchos líderes están tan seguros de sí mismos que rechazan las buenas opiniones e ideas de los demás y se niegan a abandonar las malas», escribe Grant. «La buena noticia es que es posible lograr que incluso las personas más seguras de sí mismas, tercas, narcisistas y desagradables abran sus mentes». El artículo, adaptado del nuevo libro de Grant, [Piénselo de nuevo](https://www.amazon.com/Think-Again-Power-Knowing-What/dp/1984878107), describe cuatro estrategias para hacer precisamente eso. En un mundo de partidismo arraigado, encontrar nuevas formas de hablar de los desacuerdos es una habilidad que va más allá de la gestión. Espero que los líderes de todo el mundo pongan en práctica los consejos de Grant.