Más allá de Zipcar: consumo colaborativo
por Rachel Botsman, Roo Rogers
Ha pasado más de una década desde la fundación de Netflix y Zipcar, y ya ambos son negocios bien establecidos. Son los principales ejemplos de un modelo de economía y cultura que llamamos consumo colaborativo: sistemas de intercambio organizado, trueque, préstamos, negociación, alquiler, obsequios e permutas. El consumo colaborativo ofrece a las personas los beneficios de la propiedad, con una reducción de la carga y los costes personales y, también, un menor impacto ambiental, y está demostrando ser una alternativa atractiva a las formas tradicionales de compra y propiedad.
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Hemos organizado los miles de ejemplos de consumo colaborativo en tres tipos de sistemas:
Sistemas de servicio de productos permiten a las empresas ofrecer productos como servicio en lugar de venderlos como productos. Los bienes que son de propiedad privada se pueden compartir o alquilar de igual a igual. Los PSS atraen al creciente número de personas que adoptan una mentalidad de uso: quieren las ventajas de un producto, pero no necesitan ser dueños del producto directamente.
En los mercados de redistribución, los bienes usados o de segunda mano se trasladan de un lugar en el que no se necesitan a algún lugar en el que se encuentren. En algunos mercados, los productos pueden ser gratuitos, como en Freecycle y Kashless. En otros, los productos se permutan (como en ThredUp y SwapTree) o se venden por dinero en efectivo (como en eBay y Craigslist). Con el tiempo, «redistribuir» puede convertirse en la quinta R, uniéndose a «reducir, reutilizar, reciclar y reparar», y en una forma clave de comercio sostenible.
En los estilos de vida colaborativos, personas con necesidades o intereses similares se unen para compartir e intercambiar activos menos tangibles, como tiempo, espacio, habilidades y dinero. Estos intercambios se producen principalmente a nivel local o de vecindario, ya que las personas comparten espacios de trabajo (por ejemplo, en Citizen Space o Hub Culture), jardines (en ShareEarth o Landshare) o aparcamientos (en ParkAtMyHouse). El estilo de vida compartido colaborativo también se lleva a cabo a escala mundial, a través de actividades como los préstamos entre pares (en plataformas como Zopa y Lending Club) y el rápido crecimiento de los viajes entre pares (en Airbnb y Roomorama).
El consumo colaborativo no es una tendencia de nicho ni un golpe reaccionario a la recesión. Es una oleada socioeconómica que transformará la forma en que las empresas piensan sobre sus propuestas de valor y la forma en que las personas satisfacen sus necesidades.
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