Adelante, te arrepientes
Resumen.
Reimpresión: R0904A
En este primer artículo de una serie de artículos creados en colaboración con Harvard Health Publications, un profesor de psiquiatría de la Facultad de Medicina de Harvard habla sobre el arrepentimiento y sus posibles beneficios. El arrepentimiento no tiene por qué ser una emoción autoflagelante, dice. De hecho, cuando se les pidió que clasificaran las emociones negativas en términos de valor, las personas colocaron el arrepentimiento en lo más alto, atribuyendo que les ayudaba a entender los acontecimientos de la vida y remediar lo que salió mal.
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Durante tiempos de incertidumbre, la gente tiende a mirar hacia atrás y preguntarse, ¿cómo llegó a esto? Sienten con más agudeza sus oportunidades perdidas y sus fracasos en el juicio. El arrepentimiento, la sensación de que las cosas podrían haber salido mejor si solo se hubiera tomado una decisión diferente, se vuelve omnipresente.
Pero el arrepentimiento no tiene por qué ser una emoción desgarradora y autoflagelante. En cambio, puede ser algo para valorar y usar. Según un estudio reciente de Colleen Saffrey de la Universidad de Victoria en Canadá y colegas de la Universidad de Illinois, la mayoría de la gente tiene en alta estima el arrepentimiento. De todas las emociones negativas, el arrepentimiento fue identificado como el más valorado porque ayudó a las personas a dar sentido a los acontecimientos de la vida y a remediar lo que salió mal.
El arrepentimiento está integrado en la biología humana, lo que subraya su importancia en el comportamiento. Los avances en la neuroimagen muestran que cuando una persona siente arrepentimiento, una parte del cerebro involucrada tanto en el razonamiento como en la emoción (la corteza orbitofrontal) se activa. (Puede ser comparar resultados reales con alternativas imaginadas; la función precisa es el punto principal para futuras investigaciones). La neurociencia también nos dice que el aprendizaje probablemente funcione mejor cuando hay un componente emocional intenso, por lo que podría ser que el arrepentimiento refuerce nuestra capacidad de aprender de la experiencia.
Aquí tienes algunas sugerencias para ayudarte a manejar esta emoción y convertirla en una herramienta para el crecimiento.
Cuidado con el sesgo retrospectivo.
Lo que deberías haber hecho siempre parece más claro en retrospectiva de lo que estaba en ese momento. Como dijo el filósofo danés Søren Kierkegaard: «La vida solo se puede entender al revés, pero hay que vivirla hacia adelante». Podría haber dicho: «Así que no seas tan duro contigo mismo».
Use el arrepentimiento para mejorar la toma de decisiones y aclarar los valores.
En lugar de rumiar sobre lo que podría haber sido, deja que lo que sucedió indique el camino. El arrepentimiento que puedas sentir por una reevaluación franca de tu toma de decisiones no tiene por qué socavar tu confianza en ti mismo. Más bien, podría ayudarlo a priorizar sus inversiones en relaciones, servicio a la comunidad, propósitos significativos, salud y tiempo, así como a establecer metas financieras razonables.
Equilibre el arrepentimiento y el riesgo
En lugar de elegir una opción menos arriesgada de la que es menos probable que te arrepientas, elige la que maximice tus posibilidades de alcanzar metas realistas. De hecho, las experiencias pasadas de arrepentimiento pueden haberte dado una mejor apreciación del riesgo, y de lo que vale la pena arriesgarte, lo cual es un signo de crecimiento.
No te preocupes solo, especialmente si te estás ahogando de arrepentimiento.
Si a la miseria le encanta la compañía, es porque la perspectiva ayuda. Es bueno saber que no eres el único «idiota» del barrio. En cierto nivel, todos somos idiotas. Las personas más exitosas son las que han sido decididas ante el fracaso. El apoyo de colegas, mentores o entrenadores puede aumentar tu resiliencia. A veces, sin embargo, el arrepentimiento se convierte en una espiral hacia la depresión. Si tus pensamientos se vuelven morbosos, busca ayuda profesional para que puedas volver a esforzarte por alcanzar tus metas personales y profesionales.
— Escrito por Michael Craig Miller